La alimentación de las madres, desde incluso antes de la gestación, juega un papel fundamental para favorecer el mejor estado de salud materno-infantil.
Durante la gestación y la lactancia aumentan progresivamente las necesidades nutricionales, sobre todo a partir del 2º trimestre. Sin embargo, no es necesario comer por dos. En el segundo trimestre, las necesidades energéticas aumentan un 15%, en el tercer trimestre un 20% respecto las iniciales y en la lactancia, hasta un 22%.
El incremento de las necesidades nutricionales en el embarazo y en la lactancia suele estar garantizado por la ingesta habitual que realiza nuestra población.
No obstante, algunos nutrientes como el hierro y el ácido fólico requieren además estar suplementados durante la gestación, porque incluso con una alimentación rica en ellos no se suelen cubrir dichas necesidades.
Durante la lactancia se debe prestar especial atención al aporte de calcio.
La leche en la lactancia
La leche es rica en vitamina B12, vitamina A, fósforo, proteínas de alta calidad, y especialmente en calcio y vitamina D, nutrientes imprescindibles en la dieta de la futura madre, que ha de reunir tres características: debe ser completa, variada y equilibrada. Las investigaciones confirman que las leches suplementadas contribuyen a este objetivo y, según apunta la revisión de estudios hecha por las sociedades científicas, “podrían tener un impacto positivo en el desarrollo visual y cognitivo del niño”.
Los especialistas recomiendan consumir un vaso de leche o una ración de lácteos tres o cuatro veces al día, una indicación que solo siguen una de cada dos gestantes, según la revisión de los estudios existentes. Presente en la despensa de la práctica totalidad de los hogares españoles, facilita, además, el cumplimiento de otra de las indicaciones de la dieta para las gestantes: incrementar el consumo diario de líquidos (entre 2 y 2,5 litros), especialmente durante las comidas.
Lácteos siempre pasteurizados en embarazo y lactancia
En la gestación y la lactancia es importante evitar la leche no pasteurizada y los quesos frescos o de pasta blanda elaborados con leche cruda, pues pueden contener Listeria monocytogenes, microorganismo que puede causar daños graves en el feto.