Detrás de ese llamativo color rojo intenso, se esconde una garantía de salud. Como otros frutos rojos, las fresas y fresones contienen unos pigmentos vegetales (flavonoides) denominados antocianinas, que además de responsables de su color, son potentes antioxidantes. Estos pigmentos, son capaces de reducir el estrés oxidativo y, como consecuencia, ayudar a proteger frente al envejecimiento celular.
Estos antioxidantes protegen nuestra salud, previniendo el desarrollo de enfermedades asociadas a la edad y favoreciendo el buen funcionamiento del sistema inmunológico.
Al ser rica en ácido fólico. El ácido fólico, es imprescindible en los procesos de división y multiplicación celular que se producen durante los primeros meses de gestación, por lo que su consumo resulta interesante para las mujeres embarazadas.
Contiene minerales como el hierro, calcio, potasio, magnesio o yodo, y presenta cantidades escuetas de sodio, lo que la hace especialmente idónea para quienes tienen problemas de hipertensión arterial.
Además, por su alto contenido en fibra (<2 g por cada 100 gramos de fresas) es un interesante aliado para la regulación del tránsito intestinal.
Pero cuidado si tienes alergia al ácido salicílico (aspirina), pues las fresas contienen salicilatos que podrían causarte una reacción alérgica.