El contenido calórico depende casi en su totalidad del contenido en hidratos de carbono, a excepción del caso del aguacate y del coco, frutas en las que el contenido graso determina su valor energético.
Los azúcares o hidratos de carbono simples (fructosa, glucosa, sacarosa…) confieren el sabor dulce a las frutas maduras y suponen un 5%-18% del peso de la porción. En menor cantidad presentan hidratos de carbono complejos (almidón).
Su contenido en grasas es casi inexistente, excepto en el aguacate, que aporta un 14% de grasa, especialmente ácido oleico (72% del total de grasa) y en el coco, con un 35% de grasa, mayoritariamente saturada (88,6% del total de grasa).
El contenido proteico representa menos del 1% de su peso y son proteínas de bajo valor biológico.
Las frutas son buena fuente de vitaminas y minerales. Destaca el contenido de vitamina C (en cítricos, frutas tropicales, melón, fresas y grosellas negras) y de provitamina A (en albaricoques, cerezas, melón y melocotón…), ambas de acción antioxidante. En menor proporción, se encuentran otras vitaminas del grupo B solubles en agua, biotina y ácido pantoténico (albaricoques, cítricos, higos…).
Con respecto al contenido en minerales, abunda el potasio (plátano, kiwi, nectarina, nísperos, chirimoya, melón, uva negra, cerezas, albaricoques, maracuyá…). También aportan magnesio.
Además, las frutas aportan fibra dietética, pectinas en su mayoría, un tipo de fibra soluble en agua que ejerce efectos beneficiosos para nuestra salud. La fibra en las frutas frescas se encuentra en una proporción entre el 0,7% y el 4,7%. Las frutas con un menor contenido de agua tienen valores de fibra dietética más elevados.