Síntomas más frecuentes de la intolerancia a la lactosa
La lactosa no digerida pasará al intestino grueso, donde será descompuesta por las bacterias de colon, provocando los siguientes síntomas: náuseas, dolor abdominal, hinchazón y distensión abdominal, gases y flatulencias, diarreas ácidas, heces flotantes, defecación explosiva o vómitos.
Eliminar por completo los lácteos de la dieta puede provocar que no se ingieran cantidades suficientes de calcio, vitamina D (necesaria para la correcta absorción del calcio), riboflavina (vitamina B2) y proteínas, entre otros nutrientes. Las complicaciones más comunes son el aumento del riesgo de osteoporosis, la pérdida de peso y la malnutrición. Por tanto, resulta esencial consumir otros productos ricos en estos nutrientes, o bien optar por opciones de leche y de productos lácteos sin lactosa.
La cantidad de lactosa tolerada por cada persona es variable. Si te han diagnosticado recientemente intolerancia a la lactosa, es recomendable empezar el tratamiento con una dieta sin lactosa. Si la respuesta es buena, puedes introducir algunos alimentos con lactosa e ir aumentando gradualmente la cantidad de lactosa hasta que los síntomas reaparezcan, para así conocer qué grado de tolerancia a la lactosa tienes.
No todos los lácteos tienen la misma cantidad de lactosa: el queso, cuanto más seco y maduro, tiene un menor contenido de lactosa y, por lo tanto, es mejor tolerado por las personas intolerantes. En cuanto al yogur, parece ser tolerado por la gran mayoría de personas intolerantes a la lactosa, ya que la cantidad de la lactosa en el yogur es menor en comparación con la leche debido a que los cultivos del yogur la fermentan y la transforman en ácido láctico.
Estos síntomas pueden variar de una persona a otra, dependiendo del grado de tolerancia individual a la lactosa, la cantidad de lactosa ingerida, con qué otros alimentos se ha consumido…etc.