Si eres amante del queso, estás de enhorabuena. En los últimos años, diversos estudios científicos han observado que el consumo de productos lácteos enteros, dentro de las cantidades diarias recomendadas, no está asociado con un aumento del riesgo cardiovascular o enfermedades no transmisibles como la obesidad, el cáncer o la diabetes tipo 2.
Las investigaciones de Arne Astrup, director del departamento de Nutrición, Ejercicio y Deporte de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, muestran que en los últimos años está teniendo lugar un cambio de paradigma respecto a la conocida recomendación de limitar la ingesta de grasas saturadas, independientemente de la fuente o alimento del que procedan. Este investigador defiende que las grasas saturadas, presentes de forma natural en los lácteos enteros como la leche, el yogur o el queso, están alojadas en una compleja matriz alimentaria que actúa de forma sinérgica con otros nutrientes y compuestos, limitando así sus posibles efectos perjudiciales para la salud.
El queso es rico en proteínas, calcio, fósforo y es fuente de distintas vitaminas como la B12 o la vitamina A (en aquellos elaborados a partir de leche entera). Contiene casi tanta proteína como grasa, que el cuerpo utiliza para construir y reparar tejidos, como los músculos. La proteína del queso es de alto valor biológico, lo que significa que posee todos los aminoácidos esenciales que necesitamos ingerir a través de la dieta. Además, es un alimento prácticamente exento de carbohidratos como la lactosa, lo que hace que sea apto para personas intolerantes (en función del grado de intolerancia).
Respecto a los minerales, el queso destaca por ser una rica fuente concentrada de calcio de fácil absorción o, lo que es lo mismo, con una elevada biodisponibilidad: puede llegar a aportar, por cada 100 g, más del 100% de la cantidad diaria recomendada de calcio (800 mg), dependiendo de la variedad del queso. Además, algunos quesos son fuente de minerales como el selenio o el zinc, que contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunitario y tienen una función antioxidante. En cuanto a las vitaminas, el queso es fuente de vitaminas liposolubles como la vitamina A, esencial para el mantenimiento de la piel y la visión en condiciones normales, y también es fuente de vitaminas del grupo B como la vitamina B12 (presente únicamente en alimentos de origen animal y esencial para la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento del sistema nervioso central), la B2, la B3 o la B6. Sin embargo, el aporte vitamínico puede variar en función del tipo de queso.
La evidencia reciente, procedente de estudios científicos como revisiones sistemáticas y metaanálisis, tanto de estudios observacionales como de ensayos controlados aleatorios, indica que los productos lácteos enteros, en particular el yogur y el queso, no ejercen los efectos perjudiciales sobre la sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico en sangre y la presión arterial que se preveían anteriormente en función de su contenido en sodio y grasas saturadas. De hecho, no aumentan el riesgo de enfermedades cardiometabólicas y podrían tener un efecto neutro a moderadamente positivo o protector contra las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2, si se consumen en el marco de una alimentación saludable y equilibrada.
Por eso, si eres amante del queso, estás de enhorabuena, ya que puedes comer tu queso favorito sin remordimientos. Consumir queso dentro del marco de una alimentación saludable y equilibrada y en base a las porciones y raciones diarias de lácteos recomendadas, no solo no es perjudicial para ti, sino que puede tener un efecto neutro a moderadamente beneficioso para tu salud.
En Central Lechera Asturiana, disponemos de una amplia variedad de quesos destinada a cada grupo de consumidores, sin olvidar los productos bajos en grasa o sin lactosa, entre otros. Descubre aquí toda nuestra amplia gama de quesos.
Si quieres saber más sobre el queso y sus beneficios no te pierdas los siguientes post:
1. Astrup A, Geiker NRW, Magkos F. Effects of full-fat and fermented dairy products on cardiometabolic disease: Food is more than the sum of its parts. Adv Nutr [Internet]. 2019;10(5):924S-930S. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1093/advances/nmz069
2. Lamarche B, Astrup A, Eckel RH, Feeney E, Givens I, Krauss RM, et al. Regular-fat and low-fat dairy foods and cardiovascular diseases: Perspectives for future dietary recommendations. Am J Clin Nutr [Internet]. 2025; Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/j.ajcnut.2025.03.009
El kéfir, que es una leche fermentada originaria del Cáucaso, se elabora tradicionalmente a partir de una combinación única y sinérgica de bacterias ácido-lácticas, bacterias ácido-acéticas y levaduras. Estos microorganismos forman los gránulos de kéfir, una estructura blanca y gelatinosa que es responsable de la fermentación de la leche. Durante el proceso, las bacterias ácido-lácticas fermentan la lactosa de la leche, produciendo ácido láctico. Además, se generan en menor medida otros compuestos volátiles debido a la fermentación ácido-acética y alcohólica, que confieren al kéfir tradicional su característico sabor. Aunque la composición microbiológica y el sabor del kéfir puede variar según el método de producción (casero o comercial), esta bebida ha sido apreciada durante siglos en varias culturas por sus propiedades saludables, y actualmente está ganando popularidad a nivel mundial.
El kéfir, que es un derivado lácteo con un alto valor nutricional, tiene una composición microbiológica muy interesante. En concreto, nuestro Kéfir en pack de 4 unidades de Central Lechera Asturiana tiene un sabor muy suave, parecido al yogur, debido a que combinamos los fermentos lácticos propios del yogur con los fermentos lácticos específicos del kéfir durante su elaboración. Estos fermentos nos permiten obtener un sabor menos ácido, pero conservando todas sus propiedades y su valor nutricional. Por otro lado, nuestro Kéfir en formato de 400 g se elabora con fermentos lácticos kéfir y levaduras, para que puedas disfrutar de un sabor también suave, pero más tradicional.
Al igual que la leche, el kéfir, que es fuente de proteínas de alto valor biológico, contiene todos los aminoácidos esenciales que necesitamos ingerir a través de la dieta, ya que nuestro cuerpo no es capaz de fabricarlos. Además, el kéfir es fuente de minerales como el calcio. El calcio es necesario para el mantenimiento de los huesos y dientes y para el correcto funcionamiento muscular, entre otras importantes funciones. Aporta también yodo, mineral esencial para el funcionamiento normal de la tiroides y el metabolismo. Además, contiene, aunque en menores cantidades, vitaminas como la B2, el ácido fólico, vitamina B12, vitamina B1, vitamina A, vitamina B6 y minerales como el fósforo, el potasio, el zinc, el magnesio y el selenio. El contenido en lactosa del kéfir es menor en comparación con la leche de partida, lo que puede hacer que algunas personas intolerantes a la lactosa (siempre en función de su grado de tolerancia) puedan consumirlo sin presentar síntomas.
Por otro lado, algunos compuestos bioactivos (kefiran, péptidos bioactivos, ácidos orgánicos…etc.) derivados del proceso de elaboración del kéfir, han mostrado propiedades potencialmente beneficiosas para la salud, en estudios in vitro y en modelos animales. Uno de los compuestos bioactivos del kéfir más estudiados recientemente es el kefiran, un polisacárido que conforma la matriz de los gránulos de kéfir.
El consumo regular de kéfir ha sido tradicionalmente vinculado con algunos beneficios para la salud. Diversos estudios y ensayos han explorado su impacto, pero es importante señalar que muchos de estos estudios han sido realizados en modelos animales o in vitro, lo que limita su aplicabilidad directa a los seres humanos.
El kéfir contiene microorganismos vivos y compuestos bioactivos que podrían influir positivamente en la modulación de la microbiota intestinal actuando como un alimento “probiótico”. Por otro lado, las bacterias ácido-lácticas presentes en el kéfir convierten la lactosa en ácido láctico, lo que disminuye su contenido en lactosa en comparación con la leche no fermentada. Por esto, aunque la tolerancia individual es variable, el kéfir podría ser más fácil de digerir que la leche para personas con intolerancia leve a la lactosa.
También se ha estudiado el potencial antiinflamatorio y antioxidante por parte de los compuestos bioactivos presentes en el kéfir, que podrían estar involucrados en la reducción de la inflamación y el estrés oxidativo. En estudios preliminares, el consumo de kéfir ha mostrado efectos sobre la reducción del colesterol y la mejora de la sensibilidad a la insulina. No obstante, la mayoría de estos estudios aún no han sido replicados en ensayos clínicos a gran escala en humanos, por lo que no se pueden hacer afirmaciones concluyentes sobre los beneficios del kéfir para la salud.
El kéfir es relativamente fácil de preparar en casa utilizando gránulos o nódulos de kéfir. Para hacer kéfir casero, los gránulos se colocan en un recipiente con leche, que luego se deja fermentar a temperatura ambiente durante unas 24 horas. Durante este tiempo, los microorganismos fermentan la lactosa, produciendo ácido láctico, dióxido de carbono y pequeñas cantidades de alcohol. Este proceso le confiere al kéfir su textura espesa y ligeramente gaseosa. Tras la fermentación, se cuelan los gránulos, que se pueden reutilizar para futuras fermentaciones.
En la producción de kéfir a nivel comercial o industrial, en lugar de utilizar gránulos de kéfir, se emplea un cultivo iniciador con cepas bacterianas seleccionadas. Este método permite un control más riguroso de la composición microbiológica, ya que las cepas específicas utilizadas garantizan consistencia en el sabor y las propiedades del producto final. Un ejemplo de este enfoque comercial es nuestro Kéfir de Central Lechera Asturiana, que utiliza cepas bacterianas específicas para lograr un sabor más suave, ajustando la acidez y controlando el proceso de fermentación. Además, está disponible en dos formatos: en pack de 4 unidades de 125 g, como el yogur, con consistencia firme, o en un formato de 400 g.
Bibliografía:
La leche (y sus derivados) tiene un papel importante en la dieta como principal fuente de calcio. Además del calcio, contiene otros nutrientes que hacen que la composición nutricional de la leche sea única: proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales, lo que refleja su compleja composición química. Es uno de los alimentos más completos que existen desde el punto de vista nutricional. Además, su matriz alimentaria potencia la biodisponibilidad de estos nutrientes; es decir, facilita que nuestro organismo los absorba y utilice de forma más eficaz. A continuación, exploraremos los componentes principales de la leche, los nutrientes esenciales que aporta y el importante papel que tiene la matriz láctea.
La leche está compuesta por diversos nutrientes que contribuyen a su valor y densidad nutricional únicos:
Los nutrientes esenciales son aquellos que nuestro organismo no es capaz de sintetizar o fabricar y deben ser aportados a través de la dieta. La leche aporta una serie de nutrientes esenciales como aminoácidos, calcio o vitaminas, por lo que se recomienda el consumo de 3 raciones de lácteos al día. Algunos de los nutrientes esenciales que obtenemos al consumir leche son:
Para comprender plenamente los beneficios de la leche para la salud, es fundamental entender el concepto de matriz alimentaria.
La matriz alimentaria es la compleja estructura que engloba los diferentes nutrientes de un alimento, que influye en la digestibilidad y biodisponibilidad de sus nutrientes y determina cómo interactúan entre sí. No se trata solo de la suma de nutrientes individuales, sino de entender cómo se comportan en el conjunto alimento. Este enfoque nos invita a valorar los alimentos considerando las sinergias entre los nutrientes que los componen, en vez de valorar el impacto en la salud cada nutriente de forma aislada. La matriz nutricional desempeña un papel crucial en este proceso, ya que determina cómo los nutrientes se aprovechan y absorben eficazmente por el organismo, contribuyendo al bienestar general.
La matriz láctea engloba a todos los componentes de la leche: calcio, proteínas lácteas, vitaminas, grasas…etc. La matriz láctea influye en la forma en que los nutrientes de la leche interactúan de forma sinérgica entre sí al digerirlos, absorberlos y metabolizarlos, por lo que afecta directamente al impacto que estos tienen en nuestra salud.
Por ejemplo, las grasas de la leche mejoran la biodisponibilidad de las vitaminas liposolubles A y D, mientras que la caseína y la lactosa facilitan la absorción del calcio. Además, diferentes estudios han demostrado que el consumo de leche y productos lácteos no está asociado con un mayor riesgo cardiovascular, como podría pensarse por su contenido en ácidos grasos saturados, destacando cómo la matriz de un alimento puede modular el impacto de sus componentes individuales. Es por esto por lo que el valor nutricional de la leche no reside únicamente en su composición, sino en cómo sus componentes interactúan de forma sinérgica en la matriz láctea.
El desayuno es la primera comida del día y es el momento perfecto para dar a nuestro cuerpo los nutrientes que necesita para un funcionamiento óptimo. Un desayuno proteico o alto en proteínas, comparado con saltarse el desayuno, puede contribuir a mantener y aumentar la masa muscular, aumentar la saciedad y mejorar el rendimiento cognitivo. Sigue leyendo y descubre nuestras propuestas de desayunos saludables, fáciles y altos en proteínas.
Las proteínas son los “ladrillos” de nuestro cuerpo, fundamentales para reparar tejidos, mantener y aumentar la masa muscular y apoyar un sinfín de funciones vitales. Comenzar el día con un desayuno rico en proteínas puede ser una buena estrategia para asegurar una ingesta óptima de este macronutriente tan importante para nuestro organismo.
Distintos estudios han demostrado que saltarse de forma habitual el desayuno puede tener un impacto negativo en la salud, como un aumento del riesgo de obesidad y diabetes tipo 2, en comparación con realizar un desayuno saludable y equilibrado. En concreto, se ha visto que concentrar la ingesta calórica en las primeras horas del día, es beneficioso para la regulación de los ritmos circadianos, el metabolismo y la inflamación. Además, si el desayuno es rico en proteínas, puede reportar beneficios adicionales:
Si te preguntas cómo puedes incluir más proteínas para desayunar, a continuación te proponemos algunas ideas de desayunos proteicos saludables que se adaptan a todos los gustos:
El huevo es un alimento rico en proteínas de alta calidad por excelencia, gracias a que aporta todos los aminoácidos esenciales que nuestro organismo necesita, al igual que otros alimentos de origen animal como la leche, la carne o el pescado.
Dada su versatilidad, el huevo se ha convertido en alimento muy popular para incluir en los desayunos altos en proteínas: tortilla francesa, huevos revueltos, huevo poché… Sin embargo, dado el contenido en grasas y colesterol de la yema, muchas personas han empezado a consumir solo la clara.
Si bien la mayor parte de las proteínas del huevo se concentran en la clara y estas aportan pocas calorías y grasas, al desechar la yema, estaremos dejando de lado otros nutrientes muy interesantes como vitaminas liposolubles (por ejemplo, la vitamina A), ácidos grasos saludables, y otros micronutrientes que no se encuentran en la clara del huevo.
Nuestra recomendación: en la población general, incluir el huevo completo (clara y yema) en los desayunos es la mejor opción. Si quieres añadir aun más proteína, puedes incluir adicionalmente claras de huevo.
Realizar un desayuno proteico, saludable y equilibrado es sencillo. Aquí te dejamos algunos consejos:
1. Jakubowicz D, Matz Y, Landau Z, Rosenblum RC, Twito O, Wainstein J, et al. Interaction between early meals (big-breakfast diet), clock gene mRNA expression, and gut microbiome to regulate weight loss and glucose metabolism in obesity and type 2 diabetes. Int J Mol Sci [Internet]. 2024;25(22). Disponible en: http://dx.doi.org/10.3390/ijms252212355
2. Dalgaard LB, Thams L, Jensen JS, Jørgensen AA, Andersen AB, Gejl KD, et al. No effects of high versus low protein breakfast on body composition and cardiometabolic health in young women with overweight – the NewStart randomized trial. Br J Nutr [Internet]. 2024;1–30. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1017/S0007114524003015
3. Zhu S, Cui L, Zhang X, Shu R, VanEvery H, Tucker KL, et al. Habitually skipping breakfast is associated with chronic inflammation: a cross-sectional study. Public Health Nutr [Internet]. 2020;24(10):2936–43. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1017/S1368980020001214
4. Jespersen SE, Agergaard J. Evenness of dietary protein distribution is associated with higher muscle mass but not muscle strength or protein turnover in healthy adults: a systematic review. Eur J Nutr [Internet]. 2021;60(6):3185–202. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1007/s00394-021-02487-2
5. Asadullah M, Hashim S, Anwar A, Rehman MA, Saleem N, Muneeb A. The impact of breakfast omission on daily activities and academic achievement: A cross-sectional study at fazaia Ruth Pfau medical college. Recent Prog Nutr [Internet]. 2024;04(03):1–15. Disponible en: http://dx.doi.org/10.21926/rpn.2403016
La idea de beber leche para dormir ha sido transmitida de generación en generación. Muchos aseguran que la leche ayuda a dormir, y que es bueno tomar un vaso de leche antes de dormir, ya que puede ayudar a conciliar el sueño más rápido y tener un descanso de mejor calidad. Pero, ¿qué hay de verdad en esta afirmación? ¿Es solo un mito o tiene base científica?
Entre el 10 y el 15% de la población española sufre de insomnio crónico, y entre un 25 y un 35% tiene insomnio transitorio, afectando con mayor frecuencia a mujeres (60%). España tiene tasas de insomnio más bajas que otros países de la Unión Europea (UE), pero consume más somníferos que ellos.
La leche contiene varios nutrientes esenciales, incluidos el aminoácido triptófano, precursor del neurotransmisor serotonina y la hormona melatonina, y distintas vitaminas del grupo B, que influyen en la calidad del sueño. Por otro lado, como resultado de la digestión de las proteínas de la leche, pueden producirse péptidos bioactivos (fragmentos de proteínas) como la alfa casozepina, que han sido relacionados con el alivio del estrés y la mejora del sueño. Estos componentes sugieren que la leche es buena para dormir y que tomar un vaso de leche, justo antes de dormir, podría ayudarnos a conciliar el sueño, pero su efectividad podría depender de factores individuales.
Para entender por qué la leche podría ser efectiva para dormir, es esencial examinar su composición. La leche y los productos lácteos contienen triptófano, un aminoácido que el cuerpo utiliza para producir serotonina y melatonina, con un papel clave en la regulación de la inducción y la calidad del sueño. Además, el aporte de otros micronutrientes en la leche como el calcio o las vitaminas del grupo B, ayudan a convertir el triptófano en serotonina y, a su vez, en melatonina. Por otro lado, la deficiencia de vitamina B12, presente en alimentos de origen animal como la leche, se ha relacionado con el insomnio, la depresión y los desórdenes del sueño.
El triptófano es un aminoácido esencial, lo que quiere decir que nuestro cuerpo no lo puede producir y debemos ingerirlo a través de la dieta. Este aminoácido, aunque está presente en varios alimentos, es particularmente abundante en la leche. Al consumirlo, el cuerpo lo convierte en serotonina, un neurotransmisor que mejora el estado de ánimo y favorece la relajación. Esto explica por qué muchas personas creen que la leche da sueño. Posteriormente, la serotonina se convierte en melatonina, una hormona conocida como “la hormona del sueño”, ya que ayuda a regular el ritmo circadiano. Cuando consumes carbohidratos, junto con alimentos ricos en triptófano, como la leche, tu cuerpo produce más insulina. Esta insulina ayuda a que los músculos capten otros aminoácidos, que compiten con el triptófano. Esto deja más triptófano disponible en la sangre, permitiendo que llegue al cerebro. Así, los carbohidratos refuerzan el efecto del triptófano de la leche para facilitar el sueño.
La melatonina, conocida como “la hormona del sueño”, tiene la capacidad de volver a sincronizar los ritmos circadianos y regular los ciclos vigilia-sueño. Su producción aumenta en respuesta a la oscuridad, lo que indica al cuerpo que es hora de descansar. A medida que envejecemos, la producción de melatonina disminuye. Si bien la melatonina se produce a partir del triptófano presente en la proteína de alimentos como la leche, no está presente como tal en los alimentos, sino su precursor, el triptófano.
Otra duda recurrente es si es mejor tomar leche fría, tibia o caliente para dormir. Aunque la temperatura de la leche no afecta directamente sus propiedades nutricionales, la leche caliente o tibia parece tener un mayor efecto psicológico para relajarnos antes de dormir. La clave podría estar en la relajación mental y física que genera el consumo de la leche en un ambiente tranquilo.
Tomar un vaso de leche caliente para dormir puede actuar como un ritual calmante que prepare al cuerpo para el descanso, mientras que la leche fría puede no ofrecer el mismo nivel de confort, sobre todo en climas fríos o si estamos buscando relajarnos tras un día ajetreado. En cambio, la leche tibia para dormir es una excelente opción para aquellos que prefieren un término medio, ni muy caliente ni muy fría, pero con el mismo efecto relajante. Algunas personas pueden sentir que un vaso de leche tibia o caliente antes de acostarse les reconforta y ayuda a reducir el estrés, favoreciendo la conciliación del sueño.
Bibliografía:
1. | Ortega RM, Jiménez-Ortega AI, Martínez García RM, Cervera-Muñoz A, Salas-González MD. Properties of milk in sleep induction. Nutr Hosp [Internet]. 2023 [citado el 24 de septiembre de 2024];40(SPE2):12–5. Disponible en: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112023000700004 |
2. | Qian J, Zheng L, Su G, Huang M, Luo D, Zhao M. Identification and screening of potential bioactive peptides with sleep-enhancing effects in bovine milk casein hydrolysate. J Agric Food Chem [Internet]. 2021;69(38):11246–58. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1021/acs.jafc.1c03937 |
3. | Jeon Y-S, Yu S, Kim C, Lee HJ, Yoon I-Y, Kim T. Lower serum calcium levels associated with disrupted sleep and rest-activity rhythm in shift workers. Nutrients [Internet]. 2022;14(15). Disponible en: http://dx.doi.org/10.3390/nu14153021 |
4. | Kennedy DO. B vitamins and the brain: Mechanisms, dose and efficacy–A review. Nutrients [Internet]. 2016;8(2):68. Disponible en: http://dx.doi.org/10.3390/nu8020068 |
La vitamina D es un micronutriente vital para el funcionamiento óptimo de nuestro organismo, conocido, fundamentalmente, por su papel en la salud ósea. Sin embargo, sus beneficios van mucho más allá. En este artículo, exploraremos para qué sirve la vitamina D, cómo obtenerla para evitar su deficiencia y qué alimentos la contienen.
La vitamina D es una vitamina liposoluble (que puede disolverse en grasas) que juega un papel crucial en varios procesos fisiológicos. Para qué es la vitamina D es una pregunta frecuente, ya que es esencial para la correcta absorción intestinal y el metabolismo del calcio y el fósforo, dos minerales clave para mantener huesos y dientes saludables. Su deficiencia puede llevar a enfermedades como el raquitismo en niños y la osteomalacia en adultos.
Aparte de su conocida función en la salud ósea, recientemente se ha descrito el papel de la vitamina D en la modulación del sistema inmunitario, sugiriendo además una posible relación inversa entre la vitamina D y la inflamación, las infecciones respiratorias, así como el cáncer o las enfermedades autoinmunes.
El cuerpo humano obtiene la vitamina D de dos formas: la síntesis cutánea y la ingesta a través de alimentos o suplementos.
Aunque la síntesis cutánea es la principal forma de obtención de la vitamina D, ciertos alimentos también aportan esta vitamina, que puede ser de origen animal (vitamina D3 o colecalciferol) o vegetal (vitamina D2 o ergocalciferol). Algunos de los alimentos con mayor contenido en vitamina D son los siguientes:
Una de las formas más prácticas de aumentar la ingesta de vitamina D es mediante el consumo de leche fortificada o enriquecida con vitamina D. En muchos países, los lácteos con vitamina D, como la leche y otros productos lácteos se fortifican con esta vitamina para ayudar a prevenir su deficiencia en la población general, ya que la incorporación de nutrientes resulta muy sencilla en los lácteos.
La leche fortificada con vitamina D no solo es una fuente conveniente de este nutriente, sino que también ofrece el beneficio añadido de ser una fuente de calcio y proteínas, que trabajan en sinergia con la vitamina D para mejorar la salud ósea. En particular, se recomienda que las personas que tienen poca exposición al sol o dificultades para obtener suficiente vitamina D consideren el consumo regular de productos fortificados con esta vitamina.
En Central Lechera Asturiana, hemos enriquecido nuestra Leche Suprema para que, con tan solo un vaso (250 ml), puedas obtener el 100% de la vitamina D que necesitas cada día y disfrutar de todos sus beneficios, de una forma cómoda y sencilla. Además, es apta para intolerantes a la lactosa. También puedes probar nuestra Leche Rica en Calcio, enriquecida también con vitamina D.
Los datos disponibles actualmente indican que la insuficiencia (< 20 ng/ml en sangre) y el déficit de vitamina D (< 12 ng/ml en sangre) tienen una elevada incidencia a nivel global, especialmente en niños y ancianos, lo que puede acarrear una serie de riesgos y problemas para la salud.
Aunque normalmente la mayor parte de personas con déficit de esta vitamina no presentan síntomas, algunos de los síntomas más comunes en casos severos de deficiencia de vitamina D podrían ser:
La vitamina D es fundamental para una adecuada salud ósea. Por esto, los síntomas clínicos de la deficiencia de vitamina D se manifiestan como raquitismo en niños y osteomalacia en adultos. Ambas enfermedades se caracterizan por la insuficiente mineralización de los huesos, debido a que la deficiencia de vitamina D implica una ineficiente absorción del calcio y el fósforo, dando como resultado huesos débiles, propensos a fracturas y deformidades.
La falta de vitamina D se ha asociado también recientemente con un aumento del riesgo de infecciones, enfermedades autoinmunes, resistencia a la insulina, diabetes, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, cáncer, obesidad, asma y algunos trastornos neurológicos.
Mantener niveles adecuados de vitamina D es fundamental para la salud general. Aquí algunos consejos para evitar su deficiencia:
En resumen, la vitamina D es fundamental no solo para la salud ósea, sino también para la función inmunológica y el bienestar general. Incorporar alimentos que contienen vitamina D, como los productos lácteos fortificados, puede ser clave para mantener niveles saludables de este importante nutriente.
Bibliografía:
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