La galactosa: todo sobre este monosacárido

La galactosa es un azúcar simple o monosacárido que, aunque muchas veces pasa desapercibida, desempeña funciones esenciales en el organismo y su relevancia va mucho más allá de su papel energético. Se encuentra principalmente en la leche y sus derivados, pero no de forma exclusiva. Además, su metabolismo defectuoso está relacionado con una enfermedad congénita rara conocida como galactosemia. Sigue leyendo para descubrir qué es la galactosa, cuál es su función, dónde se encuentra y las implicaciones clínicas de la galactosemia.

¿Qué es la galactosa?

La galactosa es un azúcar simple o monosacárido. Los monosacáridos son las unidades básicas que, al unirse, pueden formar carbohidratos más complejos. Al combinarse con la glucosa, otro tipo de monosacárido, forma lactosa, el principal azúcar naturalmente presente en la leche y en sus derivados. 

Al consumir lácteos, la lactosa se digiere en el intestino delgado, gracias a la enzima lactasa, dando como resultado una molécula de glucosa y una molécula de galactosa, que luego son absorbidas y transportadas en el torrente sanguíneo. 

Una vez llega al hígado, la galactosa se metaboliza por la vía de Leloir, un conjunto de reacciones enzimáticas que permiten su conversión a glucosa, para luego utilizarse como fuente de energía en las células, almacenarse como glucógeno o entrar en otras vías metabólicas. La galactosa que no se transforma en glucosa, se utiliza para formar glucoproteínas (combinación de un carbohidrato y una proteína) y glucolípidos (combinación de un carbohidrato y un lípido), moléculas presentes en las membranas de las células y con importantes funciones para el correcto funcionamiento del organismo.

¿Cuál es la función de la galactosa?

La función de la galactosa no se limita a proporcionar energía. Aunque una gran parte se convierte en glucosa, otra parte se utiliza para la síntesis de glucoproteínas y glucolípidos. Estas moléculas participan en funciones tan diversas e importantes como el reconocimiento célula-célula y la regulación del ciclo celular. 

Los glucoesfingolípidos, en particular, son abundantes en las membranas de las células del sistema nervioso. En pacientes con trastornos del metabolismo de la galactosa, como la galactosemia, se ha observado que la síntesis de estas moléculas se ve alterada, lo que puede provocar disfunción cognitiva, apraxia verbal, déficits de memoria, falta de coordinación e, incluso, convulsiones.

Galactosa: ¿en qué alimentos se encuentra?

La galactosa está principalmente presente en alimentos como la leche y en derivados lácteos como el yogur, el queso, la nata o la mantequilla, como parte del disacárido lactosa. Algunos lácteos, como los quesos muy maduros, tienen un menor contenido de lactosa y, en consecuencia, de galactosa, debido al proceso de maduración.

Aunque normalmente la galactosa no se encuentra libre en cantidades significativas en los alimentos, sino como parte de azúcares o carbohidratos como la lactosa, también se puede hallar en pequeñas cantidades en alimentos como legumbres, vegetales (como el tomate o la remolacha) y algunas frutas.

Además, la galactosa puede estar presente en alimentos ultraprocesados (bollería industrial, embutidos, panes, galletas, salsas, sopas, batidos…), ya sea de forma directa o como parte de ingredientes que la contienen, como la lactosa añadida o derivados lácteos (sólidos de la leche, suero lácteo o whey, caseinatos, leche en polvo, “azúcar de leche”…). Por otro lado, la galactosa puede encontrarse en muchos medicamentos en forma de lactosa monohidrato, un excipiente habitual en algunos fármacos. 

Galactosemia: enfermedad congénita

La galactosemia es una enfermedad metabólica hereditaria poco común (1 de cada 60.000 nacidos), pero grave, que impide que el cuerpo metabolice correctamente la galactosa. Esta condición congénita afecta a la vía metabólica de Leloir, previamente mencionada, bloqueando la conversión de galactosa a glucosa en el hígado. Como consecuencia, se produce una hipergalactosemia; es decir, una acumulación de galactosa en sangre. 

Si bien existen cuatro tipos de galactosemia en función de la enzima afectada, en la galactosemia clásica está involucrada una enzima llamada GALT (galactosa-1-fosfato uridil transferasa), que es crucial para la transformación de la galactosa en glucosa en el hígado. Cuando el metabolismo está bloqueado, la galactosa se deriva por vías metabólicas alternativas que producen metabolitos tóxicos como galactitol y D-galactonato, los cuales se acumulan en diferentes tejidos, provocando daño tisular y estrés oxidativo.

Los síntomas iniciales incluyen vómitos, ictericia y hepatomegalia. A largo plazo, incluso con una dieta sin galactosa, pueden aparecer complicaciones neurológicas, trastornos cognitivos, retraso del crecimiento y del desarrollo motor, y en mujeres, insuficiencia ovárica. El tratamiento se basa en una dieta estricta sin galactosa, pero investigaciones recientes destacan la necesidad de alternativas terapéuticas que vayan más allá del control dietético, ya que los problemas a largo plazo persisten en muchos casos a pesar de la intervención temprana. Es fundamental que las personas con galactosemia sean monitoreadas regularmente por profesionales de la salud y reciban asesoramiento nutricional especializado para manejar su condición de manera efectiva.

Bibliografía

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3. Alam YH, Kim R, Jang C. Metabolism and health impacts of dietary sugars. J Lipid Atheroscler [Internet]. 2022;11(1):20–38. Disponible en: http://dx.doi.org/10.12997/jla.2022.11.1.20 

Razones por las que comer queso es saludable según la ciencia

queso

Si eres amante del queso, estás de enhorabuena. En los últimos años, diversos estudios científicos han observado que el consumo de productos lácteos enteros, dentro de las cantidades diarias recomendadas, no está asociado con un aumento del riesgo cardiovascular o enfermedades no transmisibles como la obesidad, el cáncer o la diabetes tipo 2.

Las investigaciones de Arne Astrup, director del departamento de Nutrición, Ejercicio y Deporte de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, muestran que en los últimos años está teniendo lugar un cambio de paradigma respecto a la conocida recomendación de limitar la ingesta de grasas saturadas, independientemente de la fuente o alimento del que procedan. Este investigador defiende que las grasas saturadas, presentes de forma natural en los lácteos enteros como la leche, el yogur o el queso, están alojadas en una compleja matriz alimentaria que actúa de forma sinérgica con otros nutrientes y compuestos, limitando así sus posibles efectos perjudiciales para la salud. 

Motivos por los que comer queso

Nutrientes del queso

El queso es rico en proteínas, calcio, fósforo y es fuente de distintas vitaminas como la B12 o la vitamina A (en aquellos elaborados a partir de leche entera). Contiene casi tanta proteína como grasa, que el cuerpo utiliza para construir y reparar tejidos, como los músculos. La proteína del queso es de alto valor biológico, lo que significa que posee todos los aminoácidos esenciales que necesitamos ingerir a través de la dieta. Además, es un alimento prácticamente exento de carbohidratos como la lactosa, lo que hace que sea apto para personas intolerantes (en función del grado de intolerancia). 

Respecto a los minerales, el queso destaca por ser una rica fuente concentrada de calcio de fácil absorción o, lo que es lo mismo, con una elevada biodisponibilidad: puede llegar a aportar, por cada 100 g, más del 100% de la cantidad diaria recomendada de calcio (800 mg), dependiendo de la variedad del queso. Además, algunos quesos son fuente de minerales como el selenio o el zinc, que contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunitario y tienen una función antioxidante. En cuanto a las vitaminas, el queso es fuente de vitaminas liposolubles como la vitamina A, esencial para el mantenimiento de la piel y la visión en condiciones normales, y también es fuente de vitaminas del grupo B como la vitamina B12 (presente únicamente en alimentos de origen animal y esencial para la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento del sistema nervioso central), la B2, la B3 o la B6. Sin embargo, el aporte vitamínico puede variar en función del tipo de queso. 

Consumo de queso y riesgo cardiovascular

La evidencia reciente, procedente de estudios científicos como revisiones sistemáticas y metaanálisis, tanto de estudios observacionales como de ensayos controlados aleatorios, indica que los productos lácteos enteros, en particular el yogur y el queso, no ejercen los efectos perjudiciales sobre la sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico en sangre y la presión arterial que se preveían anteriormente en función de su contenido en sodio y grasas saturadas. De hecho, no aumentan el riesgo de enfermedades cardiometabólicas y podrían tener un efecto neutro a moderadamente positivo o protector contra las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2, si se consumen en el marco de una alimentación saludable y equilibrada.

Conclusiones

Por eso, si eres amante del queso, estás de enhorabuena, ya que puedes comer tu queso favorito sin remordimientos. Consumir queso dentro del marco de una alimentación saludable y equilibrada y en base a las porciones y raciones diarias de lácteos recomendadas, no solo no es perjudicial para ti, sino que puede tener un efecto neutro a moderadamente beneficioso para tu salud.

En Central Lechera Asturiana, disponemos de una amplia variedad de quesos destinada a cada grupo de consumidores, sin olvidar los productos bajos en grasa o sin lactosa, entre otros. Descubre aquí toda nuestra amplia gama de quesos.

Si quieres saber más sobre el queso y sus beneficios no te pierdas los siguientes post:

Bibliografía

1. Astrup A, Geiker NRW, Magkos F. Effects of full-fat and fermented dairy products on cardiometabolic disease: Food is more than the sum of its parts. Adv Nutr [Internet]. 2019;10(5):924S-930S. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1093/advances/nmz069 

2. Lamarche B, Astrup A, Eckel RH, Feeney E, Givens I, Krauss RM, et al. Regular-fat and low-fat dairy foods and cardiovascular diseases: Perspectives for future dietary recommendations. Am J Clin Nutr [Internet]. 2025; Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/j.ajcnut.2025.03.009 

Alimentos fermentados y sus beneficios

Los alimentos fermentados han formado parte de la dieta humana durante siglos. Por su preparación y consumo, presentes en diversas culturas alrededor del mundo, no solo ofrecen sabores únicos, sino también beneficios potenciales para la salud.

¿Qué son los alimentos fermentados?

La fermentación es un proceso metabólico en el que se produce una transformación de ciertos componentes de los alimentos (ej.: azúcares y/o almidones) en compuestos más simples (ej.: gases, alcohol, ácidos orgánicos…), provocada por la acción de microorganismos y sus enzimas en condiciones específicas. La fermentación se lleva a cabo intencionadamente para modificar el sabor, el aroma, la vida útil, la textura, el valor nutricional y otras propiedades de los alimentos. 

Algunos de los alimentos fermentados saludables más comunes son el yogur, el kéfir, el queso, la cerveza, el vino, la sidra, la masa madre, el chocolate, la kombucha, el chucrut, el kimchi, la salsa de soja, los encurtidos…etc. Estos alimentos pueden contener los microorganismos vivos en el momento de consumo (como el yogur) o no, al someterse a un tratamiento térmico (como el pan).

  • Yogur: Producto de la fermentación de la leche con bacterias específicas (Streptococcus thermophilusLactobacillus bulgaricus).
  • Kéfir: Bebida fermentada a base de leche o agua similar al yogur, conocida por su diversidad de microorganismos.
  • Kimchi y chucrut: Vegetales fermentados (col) típicos de la cocina asiática y europea, respectivamente.
  • Miso, salsa de soja y tempeh: Elaborados con soja fermentada, son básicos en la cocina asiática.
  • Kombucha: Bebida fermentada a partir de té y azúcar.

Si disfrutas explorando nuevas técnicas en la cocina, anímate a preparar alimentos fermentados caseros, como kéfir, yogur o chucrut, y experimenta con sabores únicos mientras personalizas cada receta a tu gusto.

Beneficios de los alimentos fermentados

Mayor conservación

Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, los beneficios de la fermentación incluyen la inhibición del crecimiento de la mayoría de las bacterias patógenas y la formación de toxinas bacterianas. Especialmente cuando se combina con otras técnicas de procesado, la fermentación de los alimentos contribuye a aumentar la seguridad, el valor nutricional y la vida útil de los mismos. 

Aumento del valor nutricional

La fermentación implica normalmente un aumento en la calidad o el valor nutricional de los alimentos, asociado a la degradación de factores antinutritivos, el aumento de la biodisponibilidad de los minerales, aumento del contenido vitamínico, la mejora de la digestibilidad de las proteínas y la degradación de FODMAP (carbohidratos de cadena corta mal absorbidos en el intestino delgado).

  • Mayor contenido vitamínico: La fermentación es un proceso que permite aumentar el contenido de algunas vitaminas en los alimentos. Ciertas bacterias pueden sintetizar algunas de estas vitaminas esenciales que el cuerpo humano es incapaz de producir, entre ellas el folato (vitamina B9), la cobalamina (vitamina B12), la riboflavina (vitamina B2) y la menaquinona (vitamina K2).
  • Mejor digestibilidad de las proteínas: Durante la fermentación, las enzimas de los microorganismos fermentadores descomponen parte de las proteínas complejas en péptidos y aminoácidos libres, lo que facilita su absorción y aprovechamiento por el organismo.
  • Reducción de compuestos antinutritivos: La fermentación provoca la degradación de sustancias antinutritivas como los taninos y los compuestos fenólicos, que pueden interferir en la absorción de nutrientes y su biodisponibilidad.
  • Menor cantidad de lactosa: En los alimentos lácteos fermentados, como el yogur, las bacterias fermentan la lactosa (el azúcar presente de forma natural en la leche) para producir ácido láctico, reduciendo así su contenido y facilitando la digestión en personas con intolerancia a la lactosa.

Beneficios para la salud

Si bien en la actualidad se continúan investigando los potenciales beneficios para la salud de los alimentos fermentados, muchos de estos beneficios se deben a su composición microbiológica y a la formación de compuestos bioactivos durante el proceso de fermentación.

  • Péptidos con capacidad antioxidante. Según algunos estudios, los lácteos fermentados como el yogur tienen actividad antioxidante in vitro, atribuida a la liberación de péptidos bioactivos durante la degradación de proteínas lácteas. Estos compuestos pueden ayudar a neutralizar los radicales libres, reduciendo el daño celular.
  • Componentes antihipertensivos: Durante la fermentación, se liberan péptidos bioactivos capaces de inhibir la enzima convertidora de angiotensina (ECA), crucial en la regulación de la presión arterial a través del sistema renina-angiotensina. Al inhibir la ECA, estos péptidos bioactivos contribuyen a relajar los vasos sanguíneos, reduciendo así la presión arterial.
  • Actividad probiótica: Los microorganismos vivos presentes en los alimentos fermentados (especialmente los lácteos), como las bacterias ácido-lácticas (LAB) y las bifidobacterias, pueden interactuar de forma beneficiosa con el huésped si se consumen en cantidades adecuadas. Estos microorganismos podrían influir positivamente en la microbiota intestinal, mejorando su composición.

Bibliografía

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La leche en el embarazo y la lactancia

lacteos en el embarazo

Numerosos estudios han confirmado que tanto las deficiencias como los excesos de ciertos nutrientes están asociados con problemas de desarrollo fetal, complicaciones en el embarazo y problemas de salud en las mujeres gestantes. La malnutrición intrauterina, tanto por exceso como por defecto, se asocia a riesgos metabólicos en la vida adulta del bebé, tales como obesidad, hipertensión, diabetes y un aumento del riesgo cardiovascular, con importantes consecuencias para la salud pública.

¿Cuáles son las necesidades nutricionales de las mujeres embarazadas?

Las necesidades nutricionales durante el embarazo aumentan en comparación con las de la mujer sana en etapa no reproductiva, para que pueda llevarse a cabo un correcto crecimiento y desarrollo del feto.

Algunos nutrientes clave en el embarazo para asegurar un desarrollo óptimo del bebé y mantener la salud materna son, entre otros: el omega 3, el calcio, el ácido fólico, el hierro, el yodo y la fibra. Un informe de la Federación Española de Nutrición (FEN), destaca una ingesta insuficiente de vitamina D, yodo, folatos, hierro, calcio y zinc entre las mujeres embarazadas, ya que más del 50% no llegan a cubrir 2/3 de las ingestas recomendadas (<66% IR) para estos nutrientes. Además, aunque en general la leche y los lácteos se consumen a diario, tan solo un 50% de las embarazadas cumple con la recomendación de 3 raciones de lácteos al día.

Omega 3 en el embarazo

Los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 en el embarazo, especialmente el DHA (ácido docosahexaenoico), son esenciales para el desarrollo cerebral y ocular del bebé. El DHA es transferido al feto a través de la placenta, especialmente durante el último trimestre del embarazo, cuando el cerebro y los ojos del bebé experimentan un rápido crecimiento y desarrollo. Durante el embarazo, el DHA desempeña un papel vital en la formación y el crecimiento del cerebro, así como en la estructuración de la retina en el ojo del feto.

Las fuentes más comunes de omega 3 incluyen pescados grasos como el salmón, la caballa y las sardinas. Sin embargo,  se debe tener en cuenta que los pescados más grandes pueden tener grandes cantidades de mercurio, por lo que, en determinadas circunstancias, se puede recurrir a suplementos de aceites de pescado, siempre bajo supervisión por parte de un profesional de la salud. 

Calcio en el embarazo

Las mujeres embarazadas tienen una necesidad aumentada de calcio debido a la formación de huesos y dientes del bebé. Las necesidades pasan de ser de 1000 mg diarios de calcio a 1300 mg. 

Además, algunos estudios indican que la suplementación con calcio en la segunda mitad del embarazo, en mujeres con aporte insuficiente en la dieta, reduciría el riesgo de preeclampsia, una patología que puede surgir en este periodo caracterizada por una presión arterial elevada. Sin embargo, no está recomendada su suplementación en madres con ingestas adecuadas (3 lácteos/día), debiéndose suplementar únicamente gestantes con ingestas < 600 mg/día, adolescentes y aquellas con alto riesgo de preeclampsia.

La deficiencia de calcio durante el embarazo puede llevar a complicaciones, tanto para la madre como para el bebé. Si la madre no ingiere suficiente calcio a través de la dieta, el cuerpo recurrirá a las reservas de calcio de los huesos maternos para satisfacer las necesidades del feto, lo que podría aumentar el riesgo de osteoporosis en la madre más adelante.

La leche y los lácteos como el yogur o el queso son fuentes naturales de calcio altamente biodisponible, siendo vital para el desarrollo óseo del feto y manteniendo a su vez la salud ósea materna.


Ácido fólico en el embarazo

El ácido fólico es la forma sintética de la vitamina B9, además de los folatos naturalmente presentes en los alimentos, y desempeña un papel crucial en el desarrollo fetal durante el embarazo. Es uno de los nutrientes más importantes, especialmente en las primeras etapas del embarazo, ya que juega un papel fundamental en la formación del tubo neural del bebé. La ingesta adecuada de ácido fólico antes y durante el embarazo es esencial para prevenir defectos del tubo neural, como la espina bífida y la anencefalia.

Es importante que las mujeres en edad fértil y, especialmente, aquellas que estén planeando un embarazo, mantengan niveles adecuados de ácido fólico en su organismo, ya que tiene un papel fundamental en la formación de ADN y ARN y la división y multiplicación celular.

Las fuentes dietéticas de folatos incluyen, principalmente, vegetales de hoja verde (como espinacas y acelgas), además de legumbres como las judías, la soja, cereales integrales, huevos, pipas de girasol, cacahuetes, nueces y frutos secos, el hígado, algunas frutas y los lácteos. Además, los profesionales de la salud a menudo recomiendan suplementos prenatales que contienen ácido fólico para asegurar una ingesta adecuada, ya que muchas veces esta vitamina se pierde en gran parte durante la cocción de los alimentos.

Las recomendaciones para la suplementación de ácido fólico en mujeres embarazadas son, por norma general, 0,4 mg (400 µg) de ácido fólico, durante 1 mes antes y 3 meses después de la fecundación, además de consumir suficientes alimentos que sean fuente de folatos en la dieta, como los vegetales de hoja verde.


Fibra en el embarazo

Durante el embarazo, muchas mujeres experimentan cambios en el sistema digestivo, debido a las hormonas y al crecimiento del útero, lo que puede llevar a problemas de estreñimiento. El consumo adecuado de fibra puede ser beneficioso para prevenir o aliviar este problema, al mejorar el tránsito intestinal. Además, la fibra ayuda a mantener los niveles de azúcar en sangre estables, lo que puede ser beneficioso para las mujeres que desarrollan diabetes gestacional durante el embarazo. Por otro lado, previene el aumento excesivo de peso y su consumo es beneficioso para el equilibrio de la microbiota intestinal.

Debido a esto, es conveniente que la futura madre incremente la cantidad de fibra a 35 g/día, en vez de los 25 g/ día que se sugieren sean consumidos por la mujer no gestante. Las fuentes de fibra en la dieta incluyen frutas frescas, verduras, legumbres, granos enteros, frutos secos y semillas, que aportan fibra soluble e insoluble. Prueba también nuestra Fibra de Central Lechera Asturiana, que en un solo vaso (250 ml) aporta 10 g de fibra.


Yodo en el embarazo

El yodo es un mineral esencial para la producción de hormonas tiroideas y el buen funcionamiento de la glándula tiroides. El yodo es importante durante el embarazo, ya que estas hormonas son fundamentales para el desarrollo neurológico y cognitivo del feto, incluyendo la formación del cerebro y el sistema nervioso central. Además, el yodo también es esencial para regular el metabolismo materno durante el embarazo.

Las principales fuentes de yodo en la dieta son el marisco, el pescado y los lácteos, aunque, dado que las necesidades de yodo aumentan en un 20% en las mujeres embarazadas, lo más común es que no se alcancen las ingestas recomendadas y por eso se aconseja consumir alimentos enriquecidos como la sal de mesa yodada.


Beneficios de tomar leche en el embarazo

La leche y los lácteos tienen un papel insustituible en la dieta de la embarazada debido a su alta calidad nutricional, ya que aportan, entre otros nutrientes esenciales para un adecuado desarrollo del feto, proteínas de alto valor biológico, calcio altamente biodisponible, vitaminas A y D y vitaminas del grupo B, además de ser una importante fuente de hidratación por su elevado contenido en agua.

Además, por sus características fisicoquímicas y por su facilidad y frecuencia de consumo, son vehículos ideales para el enriquecimiento y la fortificación con determinados nutrientes de especial importancia en las mujeres embarazadas, como son el calcio, la vitamina D o los ácidos grasos omega-3. Por ejemplo, la leche Suprema de Central Lechera Asturiana, es una opción muy interesante si estás embarazada, ya que es una leche sin lactosa, con un mayor contenido en proteína y calcio debido a un innovador proceso de ultrafiltración, presentes de manera natural en la leche, además de estar enriquecida con vitamina D.

Si se es intolerante a la lactosa, y con el fin de no renunciar a todos los beneficios que aporta la leche en el embarazo, lo adecuado es optar por leche sin lactosa, siendo posible así disfrutar de los beneficios nutricionales de la leche, pero sin experimentar los síntomas asociados. 

Bibliografía

  1. Hofmeyr GJ, Belizán JM, von Dadelszen P; Calcium and Pre-eclampsia (CAP) Study Group. Low-dose calcium supplementation for preventing pre-eclampsia: a systematic review and commentary. BJOG. 2014;121(8):951-957. doi:10.1111/1471-0528.12613
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  4. FEN. La leche como vehículo de salud para la población. Situaciones fisiológicas especiales: mujer gestante [Internet]. 2018 [citado el 12 de noviembre de 2024]. Disponible en: https://www.fen.org.es/storage/app/media/PUBLICACIONES%202017/libro-la-leche-como-vehiculo-de-salud-2018-version-online.pdf

Urolitina A: el poderoso ‘efecto antienvejecimiento’ de la granada

La sarcopenia es la pérdida progresiva de masa, función y fuerza muscular asociada al sedentarismo y, concretamente, al natural proceso del envejecimiento. De hecho, se estima que un 30% de las personas mayores de 60 años padecen esta sarcopenia. Del mismo modo, se calcula que padecen sarcopenia hasta el 50% de las personas mayores de 80 años.

Urolitina A

Sin embargo, puede que haya un remedio para combatir o prevenir esta sarcopenia sin necesidad de consumir ningún fármaco.

Así, según un estudio dirigido por investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, el secreto está en las granadas.

Concretamente, el estudio publicado en la revista « Nature Medicine», concluye que la urolitina A, metabolito (postbiótico) producido por nuestra microbiota intestinal a partir de la conversión de unos compuestos que se encuentran en las granadas (y otros alimentos como las nueces o las bayas) conocidos como elagitaninos, es capaz de potenciar la expresión de genes relacionados con la función mitocondrial en el tejido muscular. Las mitocondrias son orgánulos responsables de generar la energía de las células evitando el deterioro muscular asociado a la edad. O así sucede, al menos, en modelos animales.

¿Qué es la Urolitina A?

Las urolitinas son compuestos (metabolitos) producidos por la microbiota intestinal a partir de elagitaninos y ácido elágico (polifenoles) presentes en alimentos como la granada, entre otros. Recientemente las urolitinas han ganado popularidad debido a sus posibles efectos beneficiosos para la salud. Según un estudio, la urolitina A es la única molécula conocida con capacidad de relanzar el proceso de reciclaje de las mitocondrias. 

‘Efecto antienvejecimiento en modelos animales’

En una primera fase, los autores utilizaron como modelo animal el nematodo ‘Caenorhabditis elegans’. Este gusano se caracteriza por alcanzar la vejez en tan sólo 8-10 días de vida. Como resultado, la administración de urolitina A permitió que los ‘gusanos’ aumentaran en hasta un 45% su esperanza de vida.

En una segunda fase del estudio, los investigadores utilizaron como modelo animal ratas. Como sucede con ‘C. elegans’, sus mitocondrias se ven reducidas como consecuencia de la edad. Como resultado, la administración de urolitina A permitió que ratas viejas resistieran hasta 42% más corriendo en sus jaulas.

¿Cómo funciona la Urolitina A?

En consecuencia, parece que la urolitina A es capaz de ralentizar el proceso de envejecimiento en nematodos y ratas. Su funcionamiento es sencillo: actúa estimulando un proceso denominado ‘mitofagia’ en el que las mitocondrias dañadas o envejecidas son degradadas para que puedan ser reemplazadas por unas nuevas más ‘sanas’ y funcionales.

Conforme se envejece, disminuye la capacidad de las células para llevar a cabo la mitofagia. En las células musculares, la disminución de la mitofagia, es una de las principales causas de su deterioro asociado a la edad. Es por ello por lo que este estudio parece prometedor.

Varios estudios in vitro destacan los efectos beneficiosos de las urolitinas (especialmente la Urolitina A) que incluyen propiedades antiinflamatorias, anticancerígenas, antioxidantes, cardioprotectoras, neuroprotectoras y efectos estrogénicos, entre otros. Sin embargo, a pesar de los resultados prometedores en laboratorio, la evidencia directa en vivo y los mecanismos de acción que respaldan estos beneficios para la salud siguen siendo objeto de debate.

En este contexto, uno de los problemas más comunes en la investigación sobre la interacción entre los polifenoles y la salud es que muchos estudios in vitro no consideran adecuadamente el metabolismo ni la distribución tisular de las urolitinas. Además, tienden a utilizar concentraciones no fisiológicas y formas metabólicas inadecuadas, lo que limita la relevancia de los hallazgos para aplicaciones prácticas en la población.

Nuestra microbiota nos ayuda

Lo cierto es que las granadas no contienen urolitina A. Estás frutas contienen sus precursores los ‘elagitaninos’, taninos hidrolizables también presentes en otras frutas y las nueces.
Son nuestras bacterias intestinales las que posteriormente los degradan formando urolitina A. El problema es que esto no sucede siempre. La microbiota varía significativamente entre las personas, existiendo individuos cuya microbiota no produce urolitina A.

La buena noticia es que los autores ya están trabajando en una solución. Han puesto en marcha un ensayo clínico con seres humanos que se está desarrollando en varios hospitales europeos. La idea es conocer la dosis adecuada de urolitina A y, en caso necesario, proporcionarla.

¿Cómo se realizó el estudio en humanos?

Unas 60 personas de edad avanzada, todas sedentarias y con buena salud, tomaron una dosis única de entre 250 y 2.000 mg de urolitina A. Los investigadores no observaron efectos secundarios en comparación con el grupo control, a los que se les administró un placebo.

Luego, los participantes se dividieron en cuatro grupos, cada uno de los cuales recibió o un placebo, o una dosis diaria de urolitina A de 250, 500 o 1.000 mg durante 28 días. Nuevamente, no se encontraron impactos adversos para la salud, incluso después de una ingesta prolongada.

A continuación, el equipo evaluó la eficacia de la urolitina A estudiando los biomarcadores de salud mitocondriales y celulares en la sangre y el tejido muscular de los participantes. Los resultados fueron convincentes: la urolitina A estimula la biogénesis mitocondrial, el proceso mediante el cual las células aumentan la masa mitocondrial, de la misma manera que el ejercicio regular.

En general, la evidencia indica que la urolitina A puede apoyar la salud muscular y mitigar la sarcopenia mejorando la función mitocondrial y reduciendo la fatiga muscular, entre otros potenciales beneficios para la salud. Sin embargo, se necesita más investigación con tamaños de muestra más grandes y duraciones más largas para confirmar completamente estos beneficios.

Fuente:

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2. Andreux PA, Blanco-Bose W, Ryu D, Burdet F, Ibberson M, Aebischer P, et al. The mitophagy activator urolithin A is safe and induces a molecular signature of improved mitochondrial and cellular health in humans. Nat Metab [Internet]. 2019 [citado el 15 de noviembre de 2024];1(6):595–603. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s42255-019-0073-4
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¿Qué es el Kéfir?

kefir o yogur

El kéfir, que es una leche fermentada originaria del Cáucaso, se elabora tradicionalmente a partir de una combinación única y sinérgica de bacterias ácido-lácticas, bacterias ácido-acéticas y levaduras. Estos microorganismos forman los gránulos de kéfir, una estructura blanca y gelatinosa que es responsable de la fermentación de la leche. Durante el proceso, las bacterias ácido-lácticas fermentan la lactosa de la leche, produciendo ácido láctico. Además, se generan en menor medida otros compuestos volátiles debido a la fermentación ácido-acética y alcohólica, que confieren al kéfir tradicional su característico sabor. Aunque la composición microbiológica y el sabor del kéfir puede variar según el método de producción (casero o comercial), esta bebida ha sido apreciada durante siglos en varias culturas por sus propiedades saludables, y actualmente está ganando popularidad a nivel mundial.

Propiedades del kéfir 

El kéfir, que es un derivado lácteo con un alto valor nutricional, tiene una composición microbiológica muy interesante. En concreto, nuestro Kéfir en pack de 4 unidades de Central Lechera Asturiana tiene un sabor muy suave, parecido al yogur, debido a que combinamos los fermentos lácticos propios del yogur con los fermentos lácticos específicos del kéfir durante su elaboración. Estos fermentos nos permiten obtener un sabor menos ácido, pero conservando todas sus propiedades y su valor nutricional. Por otro lado, nuestro Kéfir en formato de 400 g se elabora con fermentos lácticos kéfir y levaduras, para que puedas disfrutar de un sabor también suave, pero más tradicional.

Al igual que la leche, el kéfir, que es fuente de proteínas de alto valor biológico, contiene todos los aminoácidos esenciales que necesitamos ingerir a través de la dieta, ya que nuestro cuerpo no es capaz de fabricarlos. Además, el kéfir es fuente de minerales como el calcio. El calcio es necesario para el mantenimiento de los huesos y dientes y para el correcto funcionamiento muscular, entre otras importantes funciones. Aporta también yodo, mineral esencial para el funcionamiento normal de la tiroides y el metabolismo. Además, contiene, aunque en menores cantidades, vitaminas como la B2, el ácido fólico, vitamina B12, vitamina B1, vitamina A, vitamina B6 y minerales como el fósforo, el potasio, el zinc, el magnesio y el selenio. El contenido en lactosa del kéfir es menor en comparación con la leche de partida, lo que puede hacer que algunas personas intolerantes a la lactosa (siempre en función de su grado de tolerancia) puedan consumirlo sin presentar síntomas.

Por otro lado, algunos compuestos bioactivos (kefiran, péptidos bioactivos, ácidos orgánicos…etc.) derivados del proceso de elaboración del kéfir, han mostrado propiedades potencialmente beneficiosas para la salud, en estudios in vitro y en modelos animales. Uno de los compuestos bioactivos del kéfir más estudiados recientemente es el kefiran, un polisacárido que conforma la matriz de los gránulos de kéfir.

¿Para qué sirve el kéfir?

El consumo regular de kéfir ha sido tradicionalmente vinculado con algunos  beneficios para la salud. Diversos estudios y ensayos han explorado su impacto, pero es importante señalar que muchos de estos estudios han sido realizados en modelos animales o in vitro, lo que limita su aplicabilidad directa a los seres humanos.

El kéfir contiene microorganismos vivos y compuestos bioactivos que podrían influir positivamente en la modulación de la microbiota intestinal actuando como un alimento “probiótico”. Por otro lado, las bacterias ácido-lácticas presentes en el kéfir convierten la lactosa en ácido láctico, lo que disminuye su contenido en lactosa en comparación con la leche no fermentada. Por esto, aunque la tolerancia individual es variable, el kéfir podría ser más fácil de digerir que la leche para personas con intolerancia leve a la lactosa. 

También se ha estudiado el potencial antiinflamatorio y antioxidante por parte de los compuestos bioactivos presentes en el kéfir, que podrían estar involucrados en la reducción de la inflamación y el estrés oxidativo. En estudios preliminares, el consumo de kéfir ha mostrado efectos sobre la reducción del colesterol y la mejora de la sensibilidad a la insulina. No obstante, la mayoría de estos estudios aún no han sido replicados en ensayos clínicos a gran escala en humanos, por lo que no se pueden hacer afirmaciones concluyentes sobre los beneficios del kéfir para la salud.

Cómo se hace el Kéfir 

El kéfir es relativamente fácil de preparar en casa utilizando gránulos o nódulos de kéfir. Para hacer kéfir casero, los gránulos se colocan en un recipiente con leche, que luego se deja fermentar a temperatura ambiente durante unas 24 horas. Durante este tiempo, los microorganismos fermentan la lactosa, produciendo ácido láctico, dióxido de carbono y pequeñas cantidades de alcohol. Este proceso le confiere al kéfir su textura espesa y ligeramente gaseosa. Tras la fermentación, se cuelan los gránulos, que se pueden reutilizar para futuras fermentaciones.

En la producción de kéfir a nivel comercial o industrial, en lugar de utilizar gránulos de kéfir, se emplea un cultivo iniciador con cepas bacterianas seleccionadas. Este método permite un control más riguroso de la composición microbiológica, ya que las cepas específicas utilizadas garantizan consistencia en el sabor y las propiedades del producto final. Un ejemplo de este enfoque comercial es nuestro Kéfir de Central Lechera Asturiana, que utiliza cepas bacterianas específicas para lograr un sabor más suave, ajustando la acidez y controlando el proceso de fermentación. Además, está disponible en dos formatos: en pack de 4 unidades de 125 g, como el yogur, con consistencia firme, o en un formato de 400 g.

Bibliografía:

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