Las vitaminas son micronutrientes sin valor energético que nuestro cuerpo necesita en pequeñas cantidades para funcionar correctamente ya que intervienen en múltiples reacciones químicas y procesos metabólicos de regulación del organismo. Estas se dividen en dos grandes grupos: vitaminas liposolubles y vitaminas hidrosolubles, y cada una juega un papel crucial en la salud. Las vitaminas liposolubles se encuentran en tejidos grasos (por lo tanto, se pueden acumular en el organismo) y las vitaminas hidrosolubles en tejidos acuosos (si se ingieren en exceso, son eliminadas a través de la orina). En este artículo, exploraremos los diferentes tipos de vitaminas, sus funciones, y dónde podemos encontrarlas.
Las vitaminas liposolubles son un tipo de vitamina soluble en lípidos y, por lo tanto, generalmente son vehiculizadas en la grasa de los alimentos. Se almacenan en los tejidos grasos del cuerpo y en el hígado, lo que significa que no es necesario consumirlas diariamente en grandes cantidades. Si te preguntas cuáles son las vitaminas liposolubles, este grupo incluye las vitaminas A, D, E y K.
Las vitaminas hidrosolubles se disuelven en agua y no se almacenan en el cuerpo (a excepción de la B9 y la B12). Por lo tanto, es necesario consumirlas regularmente a través de la dieta. Además, los alimentos pueden sufrir pérdidas de estas vitaminas durante los procesos culinarios y pueden eliminarse en el agua de cocción. Este grupo incluye la vitamina C y las vitaminas del complejo B (B1, B2, B3, B5, B6, biotina, B9 y B12).
Aunque algunos tipos de vitaminas pueden formarse en el organismo (por ejemplo, la vitamina D se forma en la piel por la exposición solar y la vitamina K2 puede ser sintetizada por la microbiota intestinal), normalmente no se sintetizan en cantidades suficientes, por lo que tienen que ser aportadas a través de la dieta. Mantener una dieta variada y equilibrada es clave para obtener todas las vitaminas necesarias y gozar así de un buen estado de salud. La combinación adecuada de alimentos de diferentes grupos asegura que se cubran todas las necesidades vitamínicas.
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Conocer cuál es la diferencia entre alimentación y nutrición es fundamental para comprender cómo el cuerpo obtiene lo que necesita para funcionar correctamente. Aunque estos términos suelen utilizarse de manera indistinta, son conceptos diferentes. Mientras que la alimentación se refiere al acto consciente de seleccionar, preparar y consumir alimentos, la nutrición es el proceso biológico mediante el cual el cuerpo transforma los alimentos y extrae los nutrientes que necesita para funcionar correctamente.
La alimentación es el acto voluntario y consciente mediante el cual seleccionamos y consumimos alimentos para satisfacer las necesidades de energía y nutrientes del organismo. Este proceso no solo depende de las necesidades físicas propiamente dichas, sino también de las elecciones personales basadas en el entorno cultural, social y económico. La calidad de la alimentación es un factor determinante para la salud y el bienestar general.
Existen diferentes patrones o tipos de alimentación que se adaptan a las preferencias culturales y personales de cada individuo. Atendiendo al tipo de alimentos consumidos, encontramos comúnmente los siguientes:
La nutrición es un proceso biológico involuntario que comienza tras la ingestión de los alimentos. Implica la digestión, absorción y distribución de nutrientes (agua, proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales), que el organismo necesita para realizar correctamente sus funciones, como producir energía, reparar tejidos o regular funciones corporales.
La alimentación es una actividad esencial para la vida. Además de cumplir un papel clave en la socialización y en la manera que interactuamos con nuestro entorno, es el medio por el cual obtenemos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita para vivir. Una nutrición adecuada depende de la calidad y variedad de los alimentos consumidos en la dieta, entendida como el conjunto de alimentos que ingerimos, ya que estos son la fuente primaria de los nutrientes que el organismo necesita para funcionar correctamente.
Los nutrientes son sustancias presentes en los alimentos que el cuerpo necesita para poder realizar sus funciones vitales. Estos se dividen en dos grandes grupos:
También necesitamos, en cantidades adecuadas, el agua, que es imprescindible para la vida, y la fibra, aunque esta última no se clasifica como un nutriente en sentido estricto.
Nuestro organismo es capaz de sintetizar algunos de estos nutrientes. Sin embargo, existen ciertos nutrientes que sólo podemos obtener a través de la dieta, estos se llaman nutrientes esenciales.
Una alimentación saludable, según la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, debe ser suficiente, satisfactoria, completa, equilibrada, segura, sostenible, asequible y adaptada, que garantice un óptimo funcionamiento del organismo, reduciendo el riesgo de padecer enfermedades y promoviendo el desarrollo adecuado en todas las etapas de la vida.
La clave para una dieta balanceada o equilibrada es prestar atención a la proporción adecuada de macronutrientes, fibra y micronutrientes en la ingesta diaria. Las recomendaciones para la población general para promover la salud son:
La alimentación es el acto voluntario de consumir alimentos, mientras que la nutrición es el proceso biológico que ocurre tras la ingestión. Alimentarse no siempre garantiza una nutrición adecuada; esto depende de la calidad de los alimentos consumidos, su composición en nutrientes y la capacidad del organismo para absorberlos y utilizarlos eficazmente.
El acto de alimentarse o comer implica saciar el hambre, pero no esto no significa que los alimentos escogidos sean nutritivos y nos aporten los nutrientes que necesitamos en cantidades adecuadas. Por esto, es importante saber qué alimentos debemos escoger y en qué proporción para asegurar una nutrición adecuada; es decir, una alimentación nutritiva.
Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición (referida a las carencias, los excesos y los desequilibrios de la ingesta calórica o de nutrientes de una persona) en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la obesidad, la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda las siguientes pautas para una dieta saludable para la población adulta:
Tener unos huesos sanos y fuertes es esencial para una vida activa y plena. Muchas personas se preguntan qué es bueno para fortalecer los huesos, ya que con el tiempo, factores como la edad, la alimentación, el ejercicio y los hábitos diarios pueden afectar a la densidad y fortaleza de los huesos, aumentando el riesgo de osteoporosis y fracturas.
El hueso es un tejido vivo que está en constante proceso de renovación, conocido como remodelado óseo. Durante la infancia y la adolescencia, el ritmo de formación supera al de resorción (destrucción del tejido óseo), alcanzándose el pico de masa ósea alrededor de los 20-30 años. A partir de entonces, la resorción ósea comienza a superar a la formación, y este desequilibrio se acentúa con el envejecimiento, especialmente en mujeres después de la menopausia debido a la disminución de estrógenos.
La densidad mineral de los huesos está condicionada por una combinación de factores genéticos y ambientales. Los estudios indican que hasta un 80% de la variación en la densidad mineral ósea está determinada por la genética, mientras que el 20% restante depende de factores modificables como la nutrición, el estilo de vida, el peso corporal, la actividad física o el estado hormonal. Una dieta inadecuada, deficiencias en nutrientes clave y el sedentarismo pueden acelerar la pérdida ósea, así como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, un peso corporal muy bajo o ciertos medicamentos. Por ello, es importante conocer cómo fortalecer los huesos mediante hábitos saludables, como una buena alimentación.
La alimentación desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de unos huesos fuertes y saludables a lo largo de la vida. Desde la infancia, los nutrientes que ingerimos influyen directamente en la formación de la estructura ósea. Más tarde, una dieta adecuada es clave para ralentizar la pérdida mineral ósea natural que ocurre con el envejecimiento.
Los huesos requieren una variedad de nutrientes para mantenerse sanos y fuertes. Minerales como el calcio y el fósforo forman la matriz mineral que les confiere la dureza, mientras que vitaminas como la D y la K desempeñan un papel crucial en su metabolismo. Las proteínas también son clave, ya que no solo forman parte de la estructura del hueso, sino que favorecen el mantenimiento de la masa muscular, que proporciona soporte adicional a los huesos.
El calcio es el mineral más abundante en el cuerpo humano y, aproximadamente, el 99% se almacena en los huesos y dientes. Sin una cantidad adecuada de calcio en la dieta, este se extrae de los huesos para mantener los niveles en sangre, por lo que los huesos pueden volverse más frágiles y propensos a fracturas. Consumir alimentos para fortalecer los huesos, como lácteos, pescados o vegetales de hoja verde, es clave para garantizar un buen aporte de calcio y otros nutrientes esenciales. Por su parte, la vitamina D facilita la absorción intestinal del calcio y regula el metabolismo óseo. Las proteínas, como el colágeno, también son fundamentales, ya que forman parte de la estructura del hueso. Otros nutrientes como el fósforo, el magnesio, la vitamina K, la vitamina C, el zinc y el manganeso son también indispensables para la salud ósea.
Una de las mejores formas de cuidar la salud ósea y aprender cómo fortalecer los huesos es mediante una dieta adecuada que incluya alimentos ricos en nutrientes clave como el calcio, la vitamina D y las proteínas.
Seguir un patrón de dieta mediterránea completa y equilibrada que incluya todos los grupos de alimentos, con especial atención a los lácteos (leche, yogur y queso), frutas y verduras ayuda a fortalecer los huesos.
Tener unos huesos sanos y fuertes no depende únicamente de una alimentación adecuada, sino también de adoptar hábitos de vida que favorezcan la salud ósea. El ejercicio físico regular, especialmente los ejercicios que impliquen una carga, como los ejercicios de fuerza, son esenciales para el fortalecimiento óseo. La exposición al sol diaria y moderada también juega un papel importante al permitir la producción de vitamina D en la piel, vital para la absorción del calcio.
Es importante también evitar comportamientos dañinos como fumar y consumir sal o alcohol en exceso, ya que estos afectan negativamente a la salud ósea. Finalmente, mantener un peso saludable es vital, ya que tanto el bajo peso como la obesidad pueden afectar negativamente a la fortaleza de los huesos.
¿Alguna vez has terminado una comida sin realmente recordar lo que comiste? En la era de las distracciones constantes y el ritmo de vida acelerado, es común que las personas coman de manera automática, sin prestar atención a lo que están ingiriendo. La alimentación consciente surge como una solución a este problema, animándonos a desacelerar y a vivir el momento presente. Esta práctica, que se basa en la filosofía del mindfulness, nos invita a estar presentes en cada bocado, a comer con atención plena y a reconocer nuestras señales internas de hambre y saciedad. En este artículo, descubriremos en detalle qué es la alimentación consciente, exploraremos sus potenciales beneficios y aprenderemos cómo integrarla efectivamente en nuestra vida cotidiana.
La alimentación consciente, también conocida como mindful eating en inglés, es una práctica derivada del mindfulness, definido como un estado de conciencia caracterizado por la atención deliberada a las experiencias presentes, mientras se mantiene una actitud de apertura y aceptación hacia las mismas.
En el contexto de la alimentación consciente, este enfoque se traduce en prestar atención completa a la experiencia de comer. Esto incluye observar el sabor, la textura y el aroma de los alimentos, así como estar atento a las señales internas de hambre y saciedad. El objetivo es crear una relación más saludable y satisfactoria con la comida, al permitirnos disfrutar plenamente de cada bocado.
Adoptar la práctica de hacer una comida consciente o mindful eating tiene el potencial de ofrecer múltiples beneficios para la salud y para el bienestar general. En primer lugar, al masticar mejor los alimentos, se facilita el trabajo de las enzimas digestivas y se reducen problemas como la indigestión o la hinchazón. También promueve una relación más saludable con la comida al ayudarnos a reconocer señales de hambre y saciedad, evitando comer en exceso una vez nos sentimos satisfechos y permitiéndonos identificar y cambiar patrones de alimentación emocional poco saludables.
Aunque no está del todo claro el impacto de consumir comida de forma consciente en la pérdida de peso, hay evidencia de que es efectiva para reducir comportamientos alimentarios desadaptativos, como el atracón, un factor posiblemente asociado a la obesidad. Además, la práctica de comer con atención puede servir como una forma de meditación, reduciendo el estrés al concentrarnos en el presente y aliviando tensiones.
La práctica de la alimentación consciente engloba diferentes aspectos dentro del acto de comer. Algunas estrategias y ejercicios son:
Estos ejercicios y prácticas pueden ayudar a desarrollar una mayor conciencia y una relación más saludable con la comida, fomentando una alimentación más equilibrada y satisfactoria.
Bibliografía
El azafrán (Crocus sativus L.), conocido históricamente por sus aplicaciones culinarias y medicinales, ha atraído un creciente interés en la investigación moderna como antidepresivo natural debido a sus posibles efectos en el tratamiento de la depresión.
No es extraño que, en los últimos años, la comunidad científica se haya empezado a interesar por los efectos sobre el estado de ánimo que provoca la especia. Históricamente, el azafrán se ha utilizado en la medicina tradicional para tratar diversas afecciones, como la “melancolía”. En la Edad Media, se administraba mezclado con melaza, lo que podría considerarse un precursor de los tratamientos farmacológicos antidepresivos modernos.
Las evidencias indican que sí que podría encontrarse entre los beneficios del azafrán. La clave parece estar en tres compuestos: la crocina, la crocetina y el safranal, responsables también de su color y de su sabor. Ya en 2017, Adrian Lopresti, psicólogo clínico e investigador en la Universidad de Munich, publica el artículo: “Efficacy of curcumin, and a saffron/curcumin combination for the treatment of major depression: A randomised, double-blind, placebo-controlled study”, en la revista Journal of Affective Disorders.. Este estudio examinó la eficacia de la curcumina y una combinación de curcumina y azafrán en el tratamiento de la depresión mayor. Los resultados indicaron que tanto la curcumina como la combinación de curcumina y azafrán redujeron significativamente los síntomas depresivos y ansiosos en comparación con el placebo. Sin embargo, el mecanismo exacto de acción del azafrán en el cerebro aún no está completamente elucidado, aunque la evidencia apoya su eficacia.
Lopresti afirma que, a diferencia de los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (los medicamentos más utilizados para este fin), no se conoce exactamente cómo actúa el azafrán sobre nuestro cerebro. Con todo, el científico asevera que existen suficientes evidencias como para emplearlo como tratamiento o coadyuvante al tratamiento antidepresivo.
De nuevo, es Lopresti quien encabeza un estudio donde el azafrán sale fortalecido como antidepresivo natural. Esta vez, se publica en la revista Journal of Psychopharmacology el trabajo: “Efficacy of a standardised saffron extract (affron®) as an add-on to antidepressant medication for the treatment of persistent depressive symptoms in adults: A randomised, double-blind, placebo-controlled study”.
En este estudio, los participantes se dividieron en dos grupos, uno tomaba placebo y otro un extracto de azafrán (affron®). Debían tomar una dosis estable (al menos ocho semanas) de un solo antidepresivo farmacéutico. Como resultado, los síntomas depresivos disminuyeron más en los participantes que tomaron azafrán como antidepresivo natural, en comparación con un placebo. Concretamente, con reducciones de 41% y 21%, respectivamente. Así, la administración complementaria de extracto de azafrán se asoció con una mejoría mayor en los síntomas depresivos.
La evidencia científica actual respalda las propiedades del azafrán en su uso como un complemento potencial en el tratamiento de la depresión. Los estudios han demostrado que el azafrán puede ser eficaz en la reducción de los síntomas depresivos. Aunque el mecanismo exacto de acción aún no está completamente comprendido y aún son necesarios más estudios para confirmarlo, los resultados positivos sugieren que el azafrán podría ser una opción valiosa tanto como monoterapia en algunos casos como complemento en tratamientos combinados.
Adrian L.Loprestia y Peter D.Drummonda. (2017). Efficacy of curcumin, and a saffron/curcumin combination for the treatment of major depression: A randomised, double-blind, placebo-controlled study. Journal of Affective Disorders, Volume 207, Pages 188-196.
Adrian L Lopresti, Stephen J Smith, Sean D Hood y Peter D Drummond. (2019). Efficacy of a standardised saffron extract (affron®) as an add-on to antidepressant medication for the treatment of persistent depressive symptoms in adults: A randomised, double-blind, placebo-controlled study. Journal of Psychopharmacology, Volume: 33 (número: 11), Pages 1415-1427
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