Propiedades antiinflamatorias de los lípidos lácteos
Hace más de 50 años, se relacionaron las enfermedades crónicas no transmisibles (enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad o cáncer) con el consumo de grasa en la dieta, con datos alrededor de un 10-12% de obesidad de la población.
Tras décadas de controversia, resultados científicos atenúan la imagen negativa de la grasa láctea.
Existe un creciente interés de todos aquellos aspectos que se refieren a los lípidos lácteos como fuente de ingredientes bioactivos. Además, se confirma la no asociación del consumo de lácteos con el incremento de enfermedad cardiovascular en individuos sanos.
Es una pena la tendencia de consumir lácteos sin grasa, con la idea, poco rigurosa, de evitar la asociación grasa-arteriosclerosis. Hoy se sabe que los ácidos grasos que tienen más influencia en el aumento de los niveles de colesterol sólo constituyen un 40% de los ácidos grasos presentes en la leche, por lo que el 60% no tendrían ese efecto. Además, la grasa láctea es el vehículo de vitaminas liposolubles y carotenoides, favoreciendo la biodisponibilidad de estos nutrientes.
Desde el punto de vista funcional, se ha documentado que algunos componentes de la materia grasa de la leche, como el ácido butírico, el ácido linoleico conjugado o los lípidos polares podrían ejercer efectos beneficiosos en relación con ciertas enfermedades. Los lípidos polares, (fosfolípidos y esfingolípidos), constituyen una pequeña porción de la materia grasa de la leche (0. 5-1%), situándose la mayoría (60%) en la membrana del glóbulo graso.
Papel claro de la nutrición en el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles.
Existe una evidencia creciente en apoyo al papel de la nutrición en el desarrollo de enfermedades crónicas como la enfermedad cardiovascular, el cáncer, la resistencia a la insulina y la obesidad. A lo largo de los años, tanto en el ámbito público como en el científico, las personas han visto la grasa láctea como un componente negativo de la leche y lácteos, principalmente con su densidad energética, colesterol y grasas saturadas.
A pesar de que el consumo de lácteos en el mundo pueda percibirse a menudo con efectos negativos por su contenido en grasas saturadas, investigaciones recientes han demostrado que los lípido lácteos poseen bioactividad en la inflación crónica.
Cambio de percepción
En varios estudios del CIAL (Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación), se ha comparado dietas con lácteos enteros y dietas con lácteos desnatados, con “el resultado que aquellas personas que consumían productos lácteos con menos grasa tenían menor saciedad, por lo que consumían más energía de otros productos, detectándose así un índice de obesidad mayor”, explica Javier Fontecha, Investigador Científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Investigación en Alimentos (CIAL-UAM). Madrid. Jefe del grupo de Investigación: Biomarcadores lipídicos en alimentación y salud.
Publicación: Revisión Propiedades antiinflamatorias de los lípidos lácteos.
“Propiedades antiinflamatorias de los lípidos lácteos”, publicada en la Journal of Dairy Science. Volume 100, Issue 6, June 2017, Pages 4197-4212.
Esta revisión analiza las propiedades antiinflamatorias de los lípidos lácteos que se encuentran en la leche, el yogur y el queso, y los examina en relación con sus implicaciones para la salud humana: sus efectos protectores y su papel en la patología. También se estudia el efecto de la alteración del perfil de lípidos en los productos lácteos, mediante el uso de estrategias dietéticas de rumiantes para enriquecer la leche, o mediante la fortificación de los lípidos en los productos.
Se revisan estudios epidemiológicos asociados con estos lípidos lácteos y su papel en diversas afecciones inflamatorias. Concretamente, son estudios in vitro, in vivo y ex vivo. Finalmente, se proponen algunas sugerencias para futuras investigaciones en el estudio de lípidos bioactivos y productos lácteos, con referencia al nuevo campo de la metabolómica y los estudios epidemiológicos.
Es importante mencionar que los lípidos polares de la leche tienen diferente composición que aquellos de fuentes como la soja y huevo, con un mayor contenido en esfingomielina y fosfatidilserina y, presentan un mayor valor funcional. Las fracciones de lípidos polares de los productos lácteos se pasan por alto, probablemente porque constituyen <1% del contenido total de lípidos de la mayoría de los productos lácteos, a pesar de sus fuertes actividades antiinflamatorias.
Futuras avances de investigación y conclusiones
En esta revisión, se discuten las propiedades antiinflamatorias de los lípidos bioactivos derivados de los lácteos. Examinan ciertas limitaciones (es decir, cómo la actividad antiinflamatoria de ciertas fracciones de lípidos en los productos lácteos aún no se han caracterizado completamente, en gran parte debido a la percepción negativa de la grasa en los productos lácteos) y proponen que las fracciones de lípidos polares de los productos lácteos se pasan por alto, probablemente porque constituyen <1. 0 del contenido de lípidos de la mayoría de lácteos, a pesar de sus actividades antiinflamatorias (Megson et al. , 2016).
A nivel mundial, la investigación en curso se centra en la elucidación estructural de los lípidos cardioprotectores. Las tendencias actuales son hacia la producción de productos con actividades mejoradas contra la ECV, el cáncer y la obesidad.
Fuentes:
Artículo de revisión: Propiedades antiinflamatorias de los lípidos lácteos.