Niveles bajos de vitamina K y vitamina D aumentan, en un 62%, el riesgo de desarrollar hipertensión
Un reciente estudio llevado a cabo por La Universidad Libre de Ámsterdam demuestra que unos niveles bajos de determinadas vitaminas, como por ejemplo la vitamina D, incrementarían el riesgo cardiovascular en la población general, especialmente porque aumentan la incidencia de HTA (hipertensión arterial).
La publicación, que forma parte del Estudio Longitudinal de Envejecimiento de Amsterdam (LASA), encargado de determinar los predictores y las consecuencias del envejecimiento en los Países Bajos, evaluó la combinación de niveles bajos de vitamina D y vitamina K, y su relación con la presión arterial. En concreto, observaron una mayor incidencia de niveles altos de presión arterial sistólica y diastólica en participantes entre 55 y 65 años que, de forma basal, no presentaban hipertensión al inicio del estudio. Sin embargo, debido a este déficit de vitaminas D y K, el 62% de los participantes en el estudio terminó desarrollando hipertensión arterial al cabo de seis años.
La vitamina D ayuda al cuerpo a absorber el calcio
La vitamina D ayuda al cuerpo a absorber el calcio y se encuentra mayoritariamente en pescados grasos (atún, salmón y caballa). Por otra parte, las hierbas (tanto frescas como secas), las coles de Bruselas, los espárragos, el repollo, el brócoli o especias como el curry o el pimentón, están entre las mejores fuentes de vitamina K, responsable de producir proteínas para la formación de huesos y tejidos o ayudar a coagular la sangre. La FEC (Fundación Española del Corazón) recomienda incluir estas vitaminas a través de una dieta variada y saludable.
Unos correctos hábitos de vida, tales como: no fumar, moderar el consumo de alcohol, controlar el peso, realizar ejercicio físico regularmente, y seguir una dieta saludable, teniendo especial cuidado con el consumo de sal, son las claves para mantener a raya la tensión arterial.