Modular la microbiota intestinal mediante intervención dietética se ha convertido en una estrategia terapéutica y preventiva emergente para muchas enfermedades.
Probióticos y prebióticos también serían efectivos para restablecer la diversidad de las bacterias beneficiosas. Además, contribuirían al desarrollo de una microbiota con capacidad de pasar de estados de enfermedad a situaciones más saludables.
La composición del microbioma oscila a lo largo de la vida, interviniendo tanto factores internos (genética) como externos. Entre estos últimos destaca el papel de los fármacos. Es sabido el papel devastador que los antibióticos tienen sobre la microbiota.
Microbiota y la epigenética
La microbiota y la epigenética son factores que cada vez se tienen más en cuenta a la hora de determinar la mayor o menor predisposición de una persona a desarrollar factores de riesgo cardiovascular, y cuyo conocimiento arroja muchas evidencias sobre los efectos que la dieta y otros factores, como los medioambientales, tienen no solo en la salud cardiovascular, sino también en la aparición de alteraciones relacionadas con el sistema nervioso central.
Lo que comemos no solo nos beneficia químicamente, sino también desde el punto de vista genético. Actualmente sabemos que hay una estrecha relación entre la población bacteriana intestinal, la epigenética y la enfermedad cardiovascular. La microbiota es así, un factor adicional y emergente a considerar, no solo como variable predictora, sino como objetivo terapéutico.
Hay genes que se apagan y encienden dependiendo de lo que comemos. En concreto, los metabolitos de algunos alimentos son capaces de modificar la expresión de nuestros genes. Por ejemplo, los polifenoles desactivan genes que predisponen al desarrollo de obesidad y diabetes. Lo mismo ocurre con el ácido fólico, ayudando a frenar la aterosclerosis.
Asimismo, los cambios que se hacen en la epigenética son heredables. Esto supone que el impacto de la nutrición incidirá en la descendencia.
Firmicutes y riesgo cardiaco
“Las personas que tienen una alta cantidad de firmicutes en su microbiota intestinal tienen más riesgo de diabetes, obesidad e hipercolesterolemia, predisponiéndoles a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Por el contrario, los bacteriodetes van a apagar genes que se relacionan con patología cardiovascular, diabetes, obesidad y cáncer”. Así lo ha explicado Guillermo Aldama, especialista en Cardiología intervencionista del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña, durante las XXIII Jornadas de Nutrición Práctica y el XIII Congreso Internacional de Nutrición, Alimentación y Dietética, que se ha celebrado en Madrid.
Fuente
Revista de Nutrición Hospitalaria. Gut Microbiota in Cardiovascular Health and Disease. Circ Res. 2017 Mar 31; 120(7): 1183–1196.