
La galactosa es un azúcar simple o monosacárido que, aunque muchas veces pasa desapercibida, desempeña funciones esenciales en el organismo y su relevancia va mucho más allá de su papel energético. Se encuentra principalmente en la leche y sus derivados, pero no de forma exclusiva. Además, su metabolismo defectuoso está relacionado con una enfermedad congénita rara conocida como galactosemia. Sigue leyendo para descubrir qué es la galactosa, cuál es su función, dónde se encuentra y las implicaciones clínicas de la galactosemia.
¿Qué es la galactosa?
La galactosa es un azúcar simple o monosacárido. Los monosacáridos son las unidades básicas que, al unirse, pueden formar carbohidratos más complejos. Al combinarse con la glucosa, otro tipo de monosacárido, forma lactosa, el principal azúcar naturalmente presente en la leche y en sus derivados.
Al consumir lácteos, la lactosa se digiere en el intestino delgado, gracias a la enzima lactasa, dando como resultado una molécula de glucosa y una molécula de galactosa, que luego son absorbidas y transportadas en el torrente sanguíneo.
Una vez llega al hígado, la galactosa se metaboliza por la vía de Leloir, un conjunto de reacciones enzimáticas que permiten su conversión a glucosa, para luego utilizarse como fuente de energía en las células, almacenarse como glucógeno o entrar en otras vías metabólicas. La galactosa que no se transforma en glucosa, se utiliza para formar glucoproteínas (combinación de un carbohidrato y una proteína) y glucolípidos (combinación de un carbohidrato y un lípido), moléculas presentes en las membranas de las células y con importantes funciones para el correcto funcionamiento del organismo.
¿Cuál es la función de la galactosa?
La función de la galactosa no se limita a proporcionar energía. Aunque una gran parte se convierte en glucosa, otra parte se utiliza para la síntesis de glucoproteínas y glucolípidos. Estas moléculas participan en funciones tan diversas e importantes como el reconocimiento célula-célula y la regulación del ciclo celular.
Los glucoesfingolípidos, en particular, son abundantes en las membranas de las células del sistema nervioso. En pacientes con trastornos del metabolismo de la galactosa, como la galactosemia, se ha observado que la síntesis de estas moléculas se ve alterada, lo que puede provocar disfunción cognitiva, apraxia verbal, déficits de memoria, falta de coordinación e, incluso, convulsiones.
Galactosa: ¿en qué alimentos se encuentra?
La galactosa está principalmente presente en alimentos como la leche y en derivados lácteos como el yogur, el queso, la nata o la mantequilla, como parte del disacárido lactosa. Algunos lácteos, como los quesos muy maduros, tienen un menor contenido de lactosa y, en consecuencia, de galactosa, debido al proceso de maduración.
Aunque normalmente la galactosa no se encuentra libre en cantidades significativas en los alimentos, sino como parte de azúcares o carbohidratos como la lactosa, también se puede hallar en pequeñas cantidades en alimentos como legumbres, vegetales (como el tomate o la remolacha) y algunas frutas.
Además, la galactosa puede estar presente en alimentos ultraprocesados (bollería industrial, embutidos, panes, galletas, salsas, sopas, batidos…), ya sea de forma directa o como parte de ingredientes que la contienen, como la lactosa añadida o derivados lácteos (sólidos de la leche, suero lácteo o whey, caseinatos, leche en polvo, “azúcar de leche”…). Por otro lado, la galactosa puede encontrarse en muchos medicamentos en forma de lactosa monohidrato, un excipiente habitual en algunos fármacos.
Galactosemia: enfermedad congénita
La galactosemia es una enfermedad metabólica hereditaria poco común (1 de cada 60.000 nacidos), pero grave, que impide que el cuerpo metabolice correctamente la galactosa. Esta condición congénita afecta a la vía metabólica de Leloir, previamente mencionada, bloqueando la conversión de galactosa a glucosa en el hígado. Como consecuencia, se produce una hipergalactosemia; es decir, una acumulación de galactosa en sangre.
Si bien existen cuatro tipos de galactosemia en función de la enzima afectada, en la galactosemia clásica está involucrada una enzima llamada GALT (galactosa-1-fosfato uridil transferasa), que es crucial para la transformación de la galactosa en glucosa en el hígado. Cuando el metabolismo está bloqueado, la galactosa se deriva por vías metabólicas alternativas que producen metabolitos tóxicos como galactitol y D-galactonato, los cuales se acumulan en diferentes tejidos, provocando daño tisular y estrés oxidativo.
Los síntomas iniciales incluyen vómitos, ictericia y hepatomegalia. A largo plazo, incluso con una dieta sin galactosa, pueden aparecer complicaciones neurológicas, trastornos cognitivos, retraso del crecimiento y del desarrollo motor, y en mujeres, insuficiencia ovárica. El tratamiento se basa en una dieta estricta sin galactosa, pero investigaciones recientes destacan la necesidad de alternativas terapéuticas que vayan más allá del control dietético, ya que los problemas a largo plazo persisten en muchos casos a pesar de la intervención temprana. Es fundamental que las personas con galactosemia sean monitoreadas regularmente por profesionales de la salud y reciban asesoramiento nutricional especializado para manejar su condición de manera efectiva.
Bibliografía
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