El denominado ‘oro blanco’ o leche de vaca se ha ganado su buena reputación a fuerza de exhibir sus cualidades saludables. El motivo, es que el consumo de leche aporta una serie de beneficios para nuestra salud que, por su composición, son difíciles de suplir con otros alimentos.
Por un lado, su alto contenido en calcio y vitamina D favorece el desarrollo y mantenimiento de los huesos y dientes. Además, nos proporciona otros minerales como el fósforo y el potasio, y vitaminas A, B6 y B12.
Por otro lado, el alto contenido en proteínas de la leche afecta positivamente al control del sobrepeso y la obesidad. Finalmente, es importante recordar que el consumo habitual de lácteos se asocia a una menor probabilidad de padecer diabetes e hipertensión, y que resulta beneficiosa en caso de enfermedad cardiovascular.
Los lácteos dentro de la dieta saludable
Los especialistas lo tienen claro, de los cinco grupos de alimentos que forman la base de una dieta saludable, la leche y sus derivados ocupa un lugar destacado, particularmente entre los más pequeños, niños, adolescentes y ancianos. Y es que además de sabrosa, accesible, y fácil de conserva, la leche combina especialmente bien con otros ingredientes de gran interés.
De allí que los expertos aseguran que los niños mayores de dos años (antes de esta edad se aconseja priorizar la leche materna) necesitan consumir entre dos y tres raciones diarias de leche y de productos lácteos. Y lo propio durante la adolescencia (3-4 raciones) y la edad adulta (2-3) y la madurez (2-4 raciones).
Cada ración equivale a un vaso de leche de 200 ml, 2 yogures, 125 g de queso fresco, 30 g de queso semicurado o 20 g de queso curado, como ejemplos.