Los lácteos, presididos por la leche y seguidos por yogures, quesos y otros productos derivados, son alimentos saludables que ofrecen nutrientes esenciales, entre ellos el consabido calcio, pero también otros como proteínas, selenio, zinc y vitaminas D, A y algunas del grupo B.
En nuestro país su consumo permanece estable, según los nuevos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que indican que en 2018 ingerimos por persona 109 kg de lácteos al año (69,9 procedentes de la leche, 35,4 de derivados lácteos y 3,3 de preparados lácteos), cifras muy similares a las del año anterior.
La revista Advances in Nutrition ha publicado una serie de revisiones sistemáticas (14 artículos) sobre el papel que tiene la ingesta de leche y productos lácteos en la prevención de enfermedades crónicas.
Efecto preventivo de numerosas enfermedades
La ingesta total de lácteos bajos en grasas se asoció con un menor riesgo de padecer síndrome metabólico, apoyando que el consumo de productos lácteos no aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y que podría tener un leve efecto protector.
Se han observado asociaciones inversas entre la ingesta de productos lácteos y la enfermedad isquémica coronaria y el infarto de miocardio. La evidencia científica actual, sugiere que el consumo de productos lácteos, en especial, los lácteos que tienen un contenido bajo en grasa y el yogur, estaría asociado con una disminución del riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Por otra parte, el consumo de leche o productos lácteos no muestra un efecto proinflamatorio en personas con sobrepeso, obesidad u otras anomalías metabólicas.