Es sabido que unos adecuados hábitos dietéticos, que incluyan un consumo regular de lácteos durante la infancia determinan una buena saluda ósea en años posteriores, e incluso en edades avanzadas. Se ha determinado que los niños, con edades comprendidas entre 3 y 13 años que no realizan un consumo adecuado de leche, muestran un balance negativo de calcio, menor densidad ósea y mayor riesgo de fracturas en edades posteriores, que los niños que consumen suficientes lácteos.
Existen múltiples evidencias sobre la importancia de mantener un balance cálcico positivo durante la adolescencia, y también, de que para alcanzar la máxima masa ósea que prevenga la enfermedad osteoporótica este, debe mantenerse hasta al menos 4 años después de finalizado el crecimiento longitudinal de los huesos.
Respecto al adecuado desarrollo de las piezas dentales, así como para que estas se mantengan en buen estado, el calcio y las proteínas presentes en la leche son decisivos, junto con el flúor y otros elementos de la dieta.