Ay, los postres. No hay cocinillas que se precie que no haya intentado copiar la receta de un postre delicioso con un resultado… mejorable. Y es que a menudo nos metemos en la cocina pensando que un postre no tiene ciencia. Pero si ya has hecho algo más que unos pinitos, sabes que los postres son el plato más difícil de elaborar. ¿Por qué? Porque exige rigor en pasos, tiempos y cantidades, precisión y mucha atención.
Y como no queremos que aprendas a base de fallos, te resumimos los errores más comunes a la hora de preparar postres. Un decálogo para tener en cuenta si te quieres iniciar en la repostería doméstica ¡Y triunfar!
Los ingredientes. Todos tienen su razón de ser
La lista de ingredientes es fundamental en una receta, por eso está al principio. Pero eso no quiere decir que no debas leer la receta hasta el final antes de ponerte a cocinar. Te ayudará a saber no sólo qué ingredientes utilizar sino cómo debes utilizarlos. Así que empezamos por ellos nuestra lista de errores.
- No tener todos los ingredientes preparados y organizados: Si no lees la receta hasta el final, puedes cometer errores sobre en qué condiciones deben estar los ingredientes antes de añadirlos a la receta. ¿Un ejemplo? Lees mantequilla y no descubres hasta que ya es tarde que debía estar a temperatura ambiente ¡No todo está claro en la lista de ingredientes! Por eso es mejor prepararlos todos, pesarlos y organizarlos para usarlos cómodamente.
- No medir cantidades o incumplir las proporciones: Si los ingredientes están definidos en una receta con cantidades precisas, es por algo. En algunos casos, son cuestiones de gusto o criterio del comensal, pero en otros, el resultado no tendrá nada que ver con lo esperado. Por ejemplo, si añades más harina de la cuenta a un bizcocho, te saldrá duro o agrietado.
- Cambiar unos ingredientes por otros: A todos nos gusta improvisar, pero en repostería tiene sus riesgos. Así que por ejemplo, si una receta pide harina de repostería, no pruebes a hacerla con otra para pan. ¡Y ojo a los sustitutos que utilizas! Por ejemplo, cambiar mantequilla por margarina o por aceite tiene resultados absolutamente apreciables en el sabor, pero la textura o consistencia también puede variar por la diferente composición de líquidos (agua) y grasas de cada uno de esos ingredientes.
La temperatura, clave antes, durante y después
La temperatura es una de las cuestiones clave en la repostería aunque pueda no serlo tanto en la elaboración de otros platos. Por eso los relacionados con ella, son errores muy frecuentes.
- Ingredientes, a temperatura ambiente: Como adelantamos al principio, si quieres obtener una buena masa homogénea, sin grumos y mezclar bien los ingredientes, procura que todos estén a la misma temperatura, a temperatura ambiente. Pero toda norma tiene su excepción y en este caso tenemos la levadura, que debe estar más bien fría. Así que saca los huevos y la mantequilla de la nevera con una hora de antelación para que se templen y de olvidarte de lago, que sea la levadura.
- Ojo a los grados del horno: Respeta las indicaciones sobre la temperatura a la que debes precalentar el horno y asegúrate de iniciar el horneado cuando éste haya alcanzado la temperatura a la que debe cocerse tu postre. Sólo entonces podrás contar el tiempo definido en la receta y conseguir el resultado esperado. Si la receta no indica la temperatura de precalentado, aplica la norma que dice que deben ser 25 grados más que la indicada para el cocido posterior.
- Abrir el horno varias veces durante el proceso: Este es un clásico de quienes se inician en la repostería doméstica: Los nervios por saber si tu postre va por el buen camino te llevan a abrir la puerta del horno y comprobarlo. ¡No lo hagas! Espera a que transcurra al menos el 80% del tiempo de horneado del postre. Así evitarás que la temperatura del horno, que tanto cuidaste al principio, baje y ese ese bizcocho que prometía ser esponjoso se desinfle.
- Desmoldar antes de que enfríe: De nuevo, una cuestión de temperatura. Si sacas del horno una tarta o un bizcocho bruscamente, puede que se desinfle. Es mejor dejarlo reposar unos minutos dentro del horno, con la puerta abierta. Si desmoldas antes de que haya enfriado un poco también es muy probable que se rompa. Toca echarle paciencia, igual que con un postre que exige ser enfriado en la nevera, si lo sacas antes de tiempo, el resultado tampoco será igual.
El orden de factores sí altera el producto
- Respetar el orden de los ingredientes: Típica consecuencia del error número 1 de este post, es cambiar el orden en que los ingredientes se deben añadir a la mezcla. Hay una norma clásica para los bizcochos, que es echar la harina al final, previamente tamizada y poco a poco, con movimientos envolventes. El motivo es que así la masa se habrá aireado y tu bizcocho será más esponjoso y subirá como debe.
- 8 Mezclar ingredientes húmedos y secos: Si quieres hacer galletas o una masa abizcochada o un muffin es probable que tu receta pida que juntes los ingredientes secos (harina y levadura) antes de mezclarlos con los húmedos. En repostería, nada es aleatorio y esta es una de las normas básicas.
- No engrasar los moldes: Un clásico error de principiante. A la hora de verter la mezcla sobre el molde que usarás para hornear, es fundamental que ese molde esté engrasado con mantequilla o aceite para evitar que se pegue. Debes hacerlo concienzudamente, por todo el molde. Luego espolvorea con harina o cacao en polvo.
- Chocolate mal derretido y frutos secos al fondo: Si tienes que derretir chocolate para tu mezcla, debes saber que quizás el microondas no sea la mejor opción. Derrítelo de forma uniforme al baño maría y sin que llegue a hervir a borbotones. Otro fallo clásico de la repostería es al añadir frutas y frutos secos, que se van al fondo, concentrados en una parte del pastel. Para evitarlo viértelos sobre la masa al final, antes de meterla en el horno y rebózalos ligeramente en harina.
Pues ya lo ves, hay muchos errores típicos de quien se mete en harina con exceso de confianza. ¡No debemos subestimar los postres! Son agradecidos pero hay que saber cómo tratarlos. Y la mejor forma de aprender y de demostrar cuánto de importante tienen estos trucos es meterse en la cocina y practicar ¿A qué esperas?