La lactosa y su presencia en los yogures

Muchas personas con problemas para digerir lactosa se enfrentan al dilema de tener que dejar de consumir productos derivados de la leche. La dificultad del organismo en ciertas personas para digerir la lactosa, el azúcar naturalmente presente en la leche, hace que aparezcan síntomas molestos que nos llevan a reducir su consumo o a adquirir productos sin lactosa.


¿Qué es y por qué se produce la intolerancia a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa es la incapacidad de digerir la lactosa, el azúcar presente de forma natural en la leche. Se origina por la deficiencia de lactasa, la enzima encargada de descomponer la lactosa en azúcares más simples para su absorción: la glucosa y la galactosa. La lactasa se produce en el intestino delgado y su deficiencia es más común en la edad adulta.
Los lactantes, con el fin de digerir la leche materna, sintetizan altos niveles de enzima lactasa, sin embargo, a partir de los 3 años se produce un paulatino descenso en su síntesis. No obstante, gracias a siglos de evolución, una adaptación genética en aquellas poblaciones europeas que domesticaban el ganado hizo que se secretara lactasa más allá de la infancia. Gracias a esto, a diferencia de los demás mamíferos del planeta, el hombre es el único cuyo organismo es capaz de digerir la lactosa mucho después de superada la fase de amamantamiento.

También puede tener un origen genético o heredado, pero esto es menos común, ya que se presentaría desde el nacimiento y por lo tanto el neonato tendría que consumir fórmulas especiales sin lactosa.
Cuando se consume lactosa si no se produce la cantidad suficiente de lactasa, esta permanece en el intestino y no se descompone adecuadamente, siendo fermentada por las bacterias del colon. Como resultado, puede provocar síntomas gastrointestinales como hinchazón, gases, diarrea y dolor abdominal.


¿El yogur tiene lactosa?

El yogur, al igual que el queso, pero a diferencia de la leche, sufre un proceso de fermentación bacteriana por bacterias específicas como Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus lo cual produce la descomposición de parte de la lactosa. Durante el proceso de fermentación láctica del yogur, se produce la hidrólisis de la lactosa transformándose en ácido láctico.
Como resultado, el yogur contiene menos lactosa que la leche con la que se elabora, lo que contribuiría a la mejor digestibilidad del yogur respecto de la leche en individuos intolerantes. En concreto, mientras un vaso de leche (250 ml) contiene alrededor de 12 gramos de lactosa, un yogur (125 g) tendría unos 4 gramos. Es decir, todos los yogures contienen lactosa, a excepción de los yogures sin lactosa, pero en un porcentaje muy pequeño. Ahora que ya sabes cuanta lactosa tiene el yogur resolvamos otra pregunta.

¿Por qué los intolerantes a la lactosa pueden comer yogur?

Aunque el yogur contiene lactosa, muchas personas con intolerancia a la lactosa pueden consumirlo sin experimentar los mismos síntomas que tendrían al ingerir leche sin deslactosar. La razón principal radica en el proceso de fermentación del yogur. Durante la fermentación, las bacterias lácticas presentes en el yogur transforman parte de la lactosa en ácido láctico y otras sustancias. Esta acción reduce el contenido de lactosa en el producto final. Además, estas bacterias probióticas presentes en el yogur pueden ayudar a digerir la lactosa restante, facilitando su tolerancia para algunas personas con intolerancia leve a moderada.

La presencia de bacterias probióticas en el yogur también puede mejorar la salud intestinal al equilibrar la microbiota intestinal y reducir los síntomas asociados con la intolerancia a la lactosa.
Sin embargo, es importante destacar que la tolerancia al yogur varía de una persona a otra. Aquellos con intolerancia severa a la lactosa aún pueden experimentar molestias al consumir yogur.

En conclusión, si bien el yogur contiene lactosa, su proceso de fermentación reduce la cantidad de este azúcar y la presencia de probióticos puede mejorar la digestión de la lactosa restante. Esto permite que muchas personas con intolerancia a la lactosa puedan disfrutar del yogur sin experimentar síntomas adversos. Sin embargo, es recomendable probar y evaluar la tolerancia individual a este alimento, y en caso de intolerancia severa, buscar alternativas que se ajusten a las necesidades de cada persona, como los yogures sin lactosa.